Quantcast
Channel: BRUJULAS Y ESPIRALES
Viewing all 833 articles
Browse latest View live

"CASA AJENA": UN VALIOSO TESORO LITERARIO

$
0
0


Casa ajena
Silvio D’Arzo
Traducción y posfacio de J.Á. González Sainz
Editorial Minúscula, Barcelona, 2016, 121 páginas.

   Silvio D’Arzo fue uno de los muchos heterónimos que, en su corta existencia, empleo Ezio Comparoni (Reggio Emilia, 1920- 1952), quizás para evadirse de sí mismo, o bien para rubricar los textos que publicó en su juventud. Hijo de una humilde mujer soltera que soportó grandes dificultades para salir adelante en la época más dura del fascismo italiano, dificultades que posiblemente le proporcionaron el material contextual para ambientar Casa d’altrique, en la colección Micra, nos ofrece la barcelonesa Editorial Minúscula.
   Ezio Comparoni se inició en la escritura en la adolescencia con pequeños ensayos sobre sus escritores favoritos (Lawrence, James, Kipling, Stevenson, Conrad y Hemingway). Escribiría así mismo, a lo largo de su corta vida, relatos y alguna novela como Casa ajena, publicadapóstumamente el mismo año en el que una leucemia le arrebató la vida.
   La novela fue criticada por Cesare Pavese que la consideró demasiado puntillosa y carente de vitalidad; recibió, sin embargo, los elogios de Giogio Bassani y  Eugenio Montale que afirmó que Ezio Comparoni era el autor de relatos perfectos.
   Y en efecto, Casa ajena es una novela breve de perfecta hechura, en la que el autor nos traslada, con inusitada acuidad, una propuesta verista, una historia ambientada en una pequeña aldea de los Apeninos. La narra el párroco del pueblo, un cura que ha consumido toda su vida en Monselice, la aldea donde las cabras son las dueñas del pueblo. Y donde la gente vive y basta. Después muere, como le hace saber el viejo narrador, curtido en los inviernos desolados, al nuevo párroco de Braino que le pide consejo.
   Hasta que una tarde, entre las esquilas de las ovejas y cabras, encuentra al final de un canal a una pobre mujer vieja, lavando agachada la ropa de casa: viejos trapos o tripas. Y en las tardes siguientes se repite la escena: “…ella allí abajo, agachada sobre las lastras de piedra” (página 23). Cuando el invierno comenzó a apretar, la vieja lavandera Zelinda Icci se presentó en la casa parroquial.
   Se inicia entonces el desarrollo del tema de fondo y el nudo gordiano de la narración. Porque la vieja y sufrida lavandera llega con una pregunta perentoria. Interroga al párroco, al principio de una forma vaga y velada, sobre la legitimidad de derogar alguna regla de la Iglesia católica. Será una pregunta sobre el sentido de  vidas como la suya, existencias que son calvarios más que vidas, vidas humilladas, atadas a un esclavizante trabajo. O dicho de otro modo y apelando al título del relato: ¿cuál es la casa en la que una vida encuentra cobijo o de la que se ve desahuciada? ¿Si esa casa no existe, la Iglesia puede dar permiso para acabar un poco antes?
   No revelaré los términos exactos de de la pregunta; solo cabe decir que la interrogación de la vieja Zelinda toca de lleno el valor o el desvalor ético del suicidio, un tema que se incrusta en los más esencial de una cuestión filosófica, o teológica si se prefiere. Las existencias humilladas de muchas personas apuntan a la absurdez del universo, a esa “pasión inútil” de la que más tarde hablaría Jean Paul Sartre. O a la aparente  ausencia de Dios en el mundo de la que habla el cristianismo. El párroco, solamente un cura para las fiestas patronales y bodas, no es capaz de decir nada. Pasado el impacto de la pregunta, le salen de la boca palabras y más palabras, recomendaciones, consejos, cosas dichas una y mil veces, pero él mismo siente vergüenza de todas las palabras del mundo, “réplica epocal del silencio de Dios”, como escribe en el posfacio el traductor J.Á González Sainz.
   Casa ajena es una muestra, difícilmente superable, de que, en la brevedad de unas pocas páginas, se pueden hallar verdaderos tesoros literarios. Casi sin darse cuenta, el lector se halla inmerso en un asunto crucial, en una intrigante encrucijada de tensiones y conflictos. Todo ello en una novela dotada de una enorme carga emotiva, con una clara denuncia del papel humillado de la mujer en la Italia de los pueblos perdidos en las cumbres montañosas, un país que además salía de una guerra perdida. Silvio D’Arco controla con maestría los artificios narrativos y, gracias a su peculiar capacidad de combinar lirismo y prosa, crear imágenes abstractas y vaporosas que en una sola línea evocan mundos reales visibles y otros ocultos y a su inmediatez expresiva, podemos degustar en Casa ajenauna pequeña pero valiosa joya literaria que salió de una pluma joven, la de uno de los pocos escritores italiano modernos antes de la irrupción del neorrealismo de la posguerra.

Francisco Martínez Bouzas

                                                             
Silvio D'Arzo, pseudónimo de Ezio Comparoni

Fragmentos

“Solo entonces, abajo, al final del canal que corría a unos veinte metros por debajo de mí, lavando agachada ropa de casa o trapos viejos o tripas o algo parecido, vi a una mujer algo más vieja que yo. En torno a los sesenta, para más señas.
En medio de todo aquel silencio y de aquel frío y de aquel color cárdeno del anochecer y aquella inmovilidad un poco trágica, lo único vivo era ella. Se agachaba, y me pareció que le costaba trabajo, hundía los trapos en el agua, los estrujaba y sacudía contra una piedra: después los hundía, los estrujaba y sacudía, y de nuevo otra vez igual. Ni con lentitud ni con prisa, y sin levantar nunca la cabeza.
Me detuve en el borde para mirarla. Una piedra se deslizó cuesta abajo, hasta el agua, pero la vieja ni siquiera se percató. Solo una vez se detuvo un momento. Se llevó una mano a la cadera, echó un vistazo a la carretilla que había dejado en el ribazo y a la cabra que hurgaba entre la hierba: y luego volvió de nuevo a lo suyo.”

…..

“Y en efecto, pasado un rato, rompió a hablar.
-Levantarme todas las mañanas a las cinco y bajar hasta el fondo del valle a coger los trapos y al mediodía parar un momento para comer un poco de pan con aceite sobre la hierba de un barranco: y luego subir al monte a coger la carretilla y llegarme al canal a lavar. Hasta las seis, hasta las siete, y los lunes hasta las nueve de la noche. Y luego cargar la carretilla y volver a casa con el tiempo justo para comer otra vez pan con aceite y si acaso algunos berros, y luego irme a dormir.
Respiró con alguna dificultad. Era compresible que sintiera ya una gran pena de sí misma.
-Y al día siguiente lo mismo, y también al día siguiente, y todos los días del mundo. Y sobre esto ni siquiera usted puede llevarme la contraria (…)
-Yo tengo una cabra que llevo siempre conmigo: y la vida que yo llevo es la misma que la suya, tal cual. Va al fondo del valle, vuelve a subir al mediodía, se para conmigo delante del barranco, y luego la llevo al canal, y cuando me voy a dormir se va a dormir también ella. Y ni siquiera tocante a la comida hay mucha diferencia, porque ella come hierba, y yo berros y lechugas, y la diferencia es solo de pan. Y encima dentro de nada yo ya no podré comer ni siquiera eso…Igual que yo. Esa es la vida que yo llevo: una vida de cabra. Una vida de cabra y nada más.”

…..

“En la carta yo había escrito que entendía a la perfección lo que dicen ustedes los curas, porque ay si no fuera así y el mundo quién sabe adónde iría a parar. Eso ya lo entendía yo sola. Pero como el mío era un caso especial…No, no. No intente darse la vuelta. Me lo ha prometido…Como el mío era realmente un caso especial, completamente distinto de los demás, y sé que siempre será así, y cada día que pase va a ir incluso a peor (porque eso lo sé, eso yo realmente lo sé, es lo único que sé realmente bien…). No, no se le ocurra volverse. Mire siempre para allí, haga el favor…Entonces, sin molestar a nadie, yo preguntaba…No, pero yo ya me imagino lo que va a responder.
-Sin molestar a nadie…
-Eso es, en la carta yo había escrito que si en algún caso especial, completamente distinto de los demás, sin molestar a nadie, alguien podría dar permiso para acabar un poco antes.
Me di la vuelta sin haber comprendido bien.
-Incluso para matarse…sí -explicó ella con la tranquilidad de una niña.”

(Silvio D’Arzo, Casa ajena, páginas 21-22, 91-93, 97-98)

"LA MALA VIDA": UN BEST SELLER Y SUS SERVIDUMBRES

$
0
0


 La mala vida
Martina Cole
Traducción de F. G.Corugedo
Alianza Editorial, Madrid, 2016, 506 páginas.

   Martina Cole es hoy en día la escritora inglesa más famosa y que más vende después de J.K. Rowling. Con millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, ha hecho su entra en el selecto club de los novelistas han superado los cincuenta millones de libras. Y aunque resulte difícil de creer, no falta quien ha visto en las creaciones novelescas de Martina Cole un aire de Dickens, hasta el punto, afirman, que para conocer la Inglaterra de hoy y la del próximo futuro, es preciso leer las novelas de esta escritora de ascendencia irlandesa, pero criada en Essex. Traducidas sus obras a más de veintinueve lenguas, sus historias son frecuentemente adaptadas a la televisión. Se dice que sus libros son los más robados en las librerías y los más requisados en las prisiones.
   Uno de los secretos de su éxito reside en el hecho de que escribe desde el punto de vista del delincuente y del criminal. Y lo hace tal como lo piensa y como acontece en la calle. Es una de las razones que explican que sus libros hablen de crímenes, violencia, drogas, incestos, violaciones o prostitución. Y reflejan todo ese sórdido mundo con gran realismo, porque Martina Cole lo conoce, vivió en sus entrañas. Tuvo una etapa punk, callejera y un novio criminal. Creció en el mundo del hampa del East End londinense. De la calle, de la negrura de las cloacas humanas, extrajo muchos perfiles y modos de actuar de sus personajes. Y sobre todo conoció el submundo del crimen, de la droga, de la prostitución.
   No suele recibir los halagos de la crítica, ni los galardones de los grandes premios literarios. Pero no le importa. Sus premios son los miles de lectores. “El Booker, escribe, no me daría para tabaco, este país es clasista en todo, en la literatura también hay clases y a mí no me admiten en todos los sitios”. Un rechazo que ella achaca al hecho de que sus novelas reflejan una sociedad que no gusta.
   Mala vida, su última novela traducida al español es, como todas las suyas, una pieza narrativa que retrata el mundo del hampa. Para leerla es preciso estar preparado: no solo para poder penetrar en el día  a día de una familia de los más bajos extractos sociales de finales de los años 70, sino también para ser capaces de convivir sin excesivas náuseas con el inframundo del crimen, de la droga o del meretricio.
   En este caso, se trata de la familia Bailey: sus inicios en el mundo del hampa del East End que dominarán los hermanos Peter y Daniel Bailey. Hijos de distintos padres, sus caracteres son antitéticos. A pesar de que ambos delinquen sin remordimientos, uno, Daniel, es brutal e impulsivo. Peter, en cambio, sabe administrar la violencia de forma mucho más reflexiva. La familia se halla sumida en el frenesí de la violencia; después de eliminar a un rival con un golpe certero, se enriquecen con el dinero negro, los negocios oscuros, la extorsión. E inmersos en la mala vida crecen sus hijos. Hasta que Daniel comete un error, un acto indignante demasiado grave que puede suponer el fin del imperio familiar, porque incluso en el hampa rige un cierto código de honor que prohíbe, por ejemplo, dispararle y asesinar a un niño inocente.
   La novela se hace eco así mismo de los profundos lazos familiares que cohesionan el mundo del hampa. Toda la filosofía de la familia Bailey se basa en la familia y en ese cimiento familiar reside sus verdadera fuerza. Eso explica el protagonismo de las mujeres en el clan familiar. Desde la matriarca Theresa hasta las esposas de sus hijos, Ria y Lena, y las de sus nietos. Pese a sus distintos puntos de vista, coinciden, sin embargo en el motivo que los aglutina: ganar dinero  como sea.
   Martina Cole demuestra un profundo conocimiento de los ambientes donde impera el hampa y en el que se mueven sus personajes. La novela está contada en tercera persona por un narrador que nos revela de forma panorámica las vicisitudes de la familia, y al mismo tiempo, desde la perspectiva de cada uno de los personajes. La autora escribe con un estilo crudo y desnudo, echando mano del lenguaje de la calle y con una escritura plana. Una novela ajena por lo tanto a la calidad literaria, con escenas perfectamente prescindibles que solamente elevan la violencia, intriga, suspense… de forma exponencial. Una violencia que ni siquiera se detiene en la narración de un parricidio (Peter mata a uno de sus hijos ahogándolo con sus propias manos con el agua de Támesis). Martina Cole es  fiel a los dictados y servidumbres de de los superventas. Por eso mismo prescinde de los premios literarios. El Booker, como ya quedó dicho, no le importa, porque no le daría ni siquiera para tabaco. En cambio, libros como La mala vida le aportan beneficios económicos a raudales. Es lo bueno y lo malo de los best sellers.

Francisco Martínez Bouzas

                                                
Martina Cole

Fragmentos

“Alfie Clarke seguía últimamente una rutina. Cada mañana sentaba a su hijito junto a él en el asiento delantero de su Mercedes y juntos iban a visitar sus diversos negocios. Le gustaba presumir delante de él, le encantaba que la gente se fijara en su chico, en lo guapo y lo fuerte que era ya. Cada elogio que le hacían a Alfie Junior también era un cumplido para él. Todo el mundo se hacía lenguas de su dedicación al muchacho, y ya se habían convertido en un elemento del paisaje urbano que Alfie dominaba.
Cuando se paró delante del café que frecuentaba en la calle mayor de Ilford, se sentía muy feliz. Allí bebían algo y se tomaban un tentempié cada día. Desabrochó el cinturón de su hijo, lo tomó en brazos y en el momento en que iba a abrir la puerta del coche sintió el primer pellizco del miedo.
Un coche de color oscuro se detuvo junto a él y todos sus instintos le dijeron que algo no iba bien, que había un problema. Se volvió a mirar quién era el conductor y vio a Daniel Bailey sonriéndole.
Cuando Alfie comprendió por fin lo que sucedía, intentó proteger a su hijo con el cuerpo, pero, en lo más profundo de su corazón, ya sabía que era demasiado tarde.
Todo se acabó en cosa de minutos…Alfie Clark y su hijo estaban muertos. Ocho balas de Daniel Bailey les habían dejado secos.”

…..

“- ¿Todo bien papá?- preguntó Jack con una sonrisa nerviosa.
-Sí -asintió Peter Bailey. Sí, estoy bien, hijo. -Se volvió hacia Petey y Liam, que lo miraban atentamente… ¿Habéis  hecho que os pedí?
Petey hizo un gesto en dirección al lateral del almacen.
-Sí, está todo aquí.
Peter levantó de la silla a  su hijo menor agarrándolo con fuerza del cogote y, arrastrando tras él al chico, que no paraba de protestar, le forzó para llevarlo hasta una gran tina de agua.
Luego ahogó a su hijo con la misma facilidad que a una camada de gatitos recién nacidos.
Una vez hubo terminado el procedimiento, se secó las manos y se dirigió a los otros chicos.
-Os asegurasteis bien de que esta agua fuera del Támesis, ¿verdad?
Petey asintió con la cabeza.
-Cuando encuentren el cuerpo flotando en el Támesis ha de quedar bien claro que el agua que contengan sus pulmones sea del río. Tiene que parecer un trágico accidente.
Petey se apresuró a tranquilizar a su padre y asegurar que todo se había hecho como se debía.
-No te preocupes, papá, nos hemos ocupado de todo.
Peter Bailey suspiró.”

(Martina Cole, La mala vida, páginas 111, 274)

LA MATERIA QUE ATESORA LA MEMORIA

$
0
0



El espectáculo del tiempo
Juan José Becerra
Editorial Candaya, Avinyonet del Penedès (Barcelona), 2016, 525 páginas.

    
   El tema del tiempo como problema filosófico y sobre todo vivencial que aparece en la literatura, es el foco central de esta novela, como lo fue en la anterior del autor, La interpretación de un libro (2012). No podía ser de otro modo, teniendo en cuenta lo que afirma el escritor Juan José Becerra: “Todas mis novelas tienen un mismo asunto, el tiempo”. Un tiempo que no solamente es el presente, sino que apunta y transciende hacia el pasado y hacia el futuro. Así pues, El espectáculo del tiemporebobina y hace avanzar o retroceder el tiempo, echando mano de la vida de varios personajes y de los años en los que sus vivencias existenciales, recogidas en la novela, tuvieron lugar.
   El espectáculo del tiempo tuvo, y con gran éxito, una primera vida en Argentina. Desde hace unos meses, la vuelve a tener en España gracias a Editorial Candaya que publica, con austera regularidad, obras de gran calidad, muchas de ellas de la autoría de autores latinoamericanos.
   La novela de Juan José Becerra es una meganovela -y no solo por su elevado número de páginas-, sino sobre todo por su riqueza compositiva. Una novela total, omnívora como la lo fue La interpretación de un libro, porque asimila cualquier cosa y se derrama en una estructura abierta, con una historia central, y a su lado, cientos de historias infinitamente ramificadas, como vaticinó Borges que sería la literatura del futuro, esa que solo son capaces de escribir los demiurgos y los dioses. Mas, a pesar de su naturaleza torrencial, polibiográfica como se ha escrito, en El espectáculo del tiempo hay un protagonista humano, Juan Guerra, y otro intangible, el tiempo. Juan Guerra es propietario de unas salas de cine -los Cines Lumière- en Junín, una ciudad de la pampa argentina. Rodeado y frecuentemente agobiado por su padre y, sobre todo, por una historia de amor arruinado con Bárbara Rodríguez, con varios hijos y una madre estrella de la televisión local, y una verdadera tropa de amigos y conocidos, una noche de insomnio decide darle vida escrita a la materia que almacena su memoria: escribir sobre su vida, al margen de cualquier orden cronológico, guiado únicamente por sus choques emocionales y sus relaciones con los demás.
   Constantes saltos en el tiempo nos retrotraen y permiten conocer esos familiares y amigos, así como un cúmulo de acontecimientos históricos. La vida de los familiares que le precedieron, influyen en su presente. Lo hacen especialmente y de una forma muy relevante, sus numerosas amantes (Mónica, Bárbara, Silvia, Fernanda…). Quizás sea la relación con Bárbara y su amor fallido el asunto central de la novela. Una vida amorosa y sexual narrada con todo lujo de detalles. Hasta la separación porque llegó un momento en el que, tanto ellos como la relación “se habían caído por la ruta descendente y resbaladiza del tiempo” (página 91).
   En su ejerció memorialístico, Juan Guerra desempolva, alejado de la nostalgia, el poso que familiares y amigos han dejado en los que es. Por esa razón el lector asiste a un viaje continuo de fechas y lugares, con personajes que entran y salen y vuelven a entrar en la narración. Lo que importa es lo que se narra al compás del paso del tiempo. La reflexión narrativa sobre el transcurrir del tiempo, como confiesa el mismo autor.
   Mas no solo interesan los personajes de carne y hueso y sus hazañas y desventuras, como el doloroso parte de Silvia Dondena, narrado como si fuese una carnicería, o las cenizas de Laura Vázquez transformadas en diamantes, en piedra, que se convierten así en una digna adversaria del tiempo. En la novela tienen cabida múltiples acontecimientos de la humanidad e incluso del universo, anclados en el tiempo y que, por lejanía o aproximación, también determinan lo que somos: la destrucción de Pompeya, la primera proyección cinematográfica de la historia (homenaje al cine y a sus precursores); el origen del universo, de la Tierra, de la vida y de los seres humanos (“La Nada se hinchó de Tiempo”); el matrimonio de Perón y Eva Duarte; un partido de futbol; las leyendas deportivas y sexuales de un mito del ranking del Mundial de Vuelo a Vela; el secuestro y asesinato de una niñas amish, con una curiosa consecuencia: los amish borran el progreso (la escuela en la que fueron masacradas las niñas) porque el progreso también es una prueba del progreso del tiempo.
   Una novela propiamente sin desenlace. O si se quiere, con un desenlace apocalíptico: la destrucción de una tormenta que lo destruye todo. “Todo fue cubierto de pasado y sobre el campo quedó, como única presencia, la belleza de la destrucción total” (página 525). En páginas casi contiguas, Juan Guerra también había destruido las fotos que le había enviado su ex mujer y que no interpreta como un gesto de censura con  el recuerdo…sino el modo natural de hacer regresar partículas de tiempo al torrente del que se habían desprendido (página 507).
   No dejará de llamar la atención las numerosas escenas de sexo, descritas de forma muy explícita, lo que, en buena medida, convierte a la novela en un producto narrativo erótico: “cogidas” profusamente narradas, “pajeos” compulsivos. Pero todo ello tiene una razón de ser: el sexo, para el autor, sostiene la cultura de los personajes. No es un deporte, es una necesidad familiar.
   El protagonismo nuclear del tiempo es esencial en la novela. Especialmente la percepción que de él tenemos. Es tiempo humano que es insignificante frente al tiempo del universo, como afirma el primer astronauta argentino, pero sin embargo es el que nos hace. Somos lo que somos en el constante fluir del tiempo.
   Una novela compleja desde el punto de vista compositivo. El autor rompe las estructuras narrativas canónicas que avanzan de forma cronológica. Analpesis muy frecuentes y regresos al punto de partida o incluso a uno futuro rompen ese orden lógico. Cuadros breves pero muy efectivos, centenares de episodios y acumulación de materiales (discursos del padre y de otros personajes, diarios, un largo poema, noticias periodísticas…) demandan la pericia de un escritor muy solvente que se capaz de encastrar todos esos elementos sin disonancias. Juan José Becerra lo hace, además con pequeñas dosis de metaliteratura, con una tonalidad ecuánime, con humor e ironía y un estilo de prosa de gran calidad, un registro lingüístico brillante. Un plus añadido, un buen regalo para el lector de una inmensa, novedosa y excepcional novela.

Francisco Martínez Bouzas

                                                 
Juan José Becerra

Fragmentos

“Cada día me encontraba con algo nuevo de Mónica: la forma de sus piernas cónicas extendidas en la cama, el pliegue que se formaba entre los muslos y el culo, la curva de las costillas, el delgado rollo de carne del tamaño de un cigarrillo que se estacionaba como una frontera entre las axilas y las tetas cuando me echaba encima de ella, y las terminaciones saladas de la oreja que yo chupaba porque me había dicho que era el camino más corto para atontarla de calentura y chau: adentro. Sonó el timbre y nos desprendimos. Estábamos empapados, mirando nuestros brillos y amando la suciedad que nos hacía sentir adultos. Me escondí detrás de la puerta. Era Juan Carlos Giordano, Bebo, el primo hermano que siempre se la quiso coger. Escuché que ya se iba. Entonces ¿para qué entrara?”

…..

“Bárbara Rodríguez y yo nos separamos y ya no fui más su humorista ni su exégeta. Pero algo que persistía en nosotros, un empecinamiento más que una esperanza, o simplemente la dificultad de aceptar que habíamos caído por la ruta descendente y resbaladiza del tiempo (¿acaso el tiempo no era una fuerza de gravedad?) nos llevó a pasar juntos una última noche. Unas hilachas doradas cabalgaban del gran amor que se iba, eran señales que latían moribundas en el espacio preparado para fingir que seguirían viviendo eternamente en nosotros, ese monstruo de dos cabezas que ya no era lo que había sido; pero que estaba hecho de las costumbres naturalizadas por los años, usamos su memoria desviándolo como un curso de agua para que esa noche, la última que Bárbara durmió en mi cama, se pareciera, aunque solo fuese en la imagen engañosa que daba, a algunos de nuestros grandes encuentros.”

…..

“-Cómo me gusta tu pija…
-A mí me gusta tu concha…está que se parte.
-¿Sí? ¿Está blandita? ¿Te gusta así?
-Sí. En cualquier momento te mando la leche.
¿Tenés mucha?
-Un litro.
-No me hables, no me hables…
-Diez litros de leche gorda como te gusta a vos.
-¡No me vas a acabar! ¡Avísame que salgo!
-¡Pará! ¡No salgas! Te voy meter toda la leche…un bebito te voy meter.
-Ay, no, no me acabes que me vas a hacer llorar…
-Me estás bañando con la concha.
-¿En serio me querés meter el bebito?
-Un bebote te voy meter.
-¡Estás seguro?
-Sí.
-¿No te vas  a arrepentir, no? ¿Me vas a querer igual?
- Sí, sí, quédate así, quietita. Métela hasta el fondo y quédate así…
-Dale, méteme el bebé. Dame toda la leche completa…Dame mi nenito…
-Cállate hija de puta que me la hacés saltar.
- Dámela, dámela, dámela toda; dale, dame un bebé gordito que se ría.
-Tomala, tomala toda, tragala, bañate hija de puta.
¡Ay!, ¡ayyaaa!, ay, sí, lárgala. Dame el bebito, ay, sí mi bebito…
Ella avanzaba tres veces hacia mi con movimientos largos y nos quedamos abrazados. Se ve mi rostro de perfil tapando el suyo. Diez segundos más tarde se inclina hacia atrás, apoya la espalda en la cama y queda allí, con los brazos extendidos a lo largo de su cuerpo. Luego se levanta y queda apoyada sobre los codos hundidos en el colchón.”

(Juan José Becerra, El espectáculo del tiempo, 81-82, 191, 342-343)

"CLAVÍCULA": DOLIENTE DE LAS ENFERMEDADES DEL CAPITALISMO SALVAJE

$
0
0


Clavícula
Marta Sanz
Editorial Anagrama, Barcelona, 2017, 201 páginas.

   “Narradora proteica, astuta novelista”, así definía, en el año 2014, Rafael Chirbes a Marta Sanz en el prólogo de La lección de anatomía, un viaje autobiográfico de la escritora, percibido, no obstante, como una pieza de ficción. Literatura del yo, un juego que la autora planteó como un artificio de realidad y fabulación. Si en aquel particular autorretrato la mujer Marta Sanz se desnudaba ante los lectores desde el día en el que su madre la parió hasta el momento presente, con una edad entonces de cuarenta años, en Clavícula Marta Sanz literaturiza de nuevo la existencia del personaje Marta Sanz, mas desde una perspectiva mucho más particular: los “inmensos desajustes” -palabras del subtítulo- que se traducen en múltiples dolores somáticos, psicológicos, psicosomáticos; los dolores provocados, sobre todo, por la sobreexplotación  con la que son castigadas las mujeres en las sociedades actuales con la coartada de la crisis, por el machismo y la larga sucesión de mentiras propias de las sociedades neocapitalistas y de otras que se ufanan de no serlo.
   Si algo define a Clavícula es el hecho de que es un libro donde impera el fragmentarismo. Múltiples materiales: anotaciones al estilo de un diario, reflexiones ensayísticas, un amplio registro de anécdotas, un relato de un viaje, correos electrónicos, alguna fotografía y un poema profundamente doloroso. Pero todo ello sustentado por una gran coherencia interna y una tonalidad que impacta al lector, especialmente por la sinceridad y crudeza en la manifestación de opiniones y sentimientos muy íntimos que tendemos a ocultar o a enmascarar.
   Una original propuesta literaria en la que Marta Sanz desarrolla un insólito nudo temático: la indagación y la crónica, al mismo tiempo vivencial y literaria, de un dolor corporal y otros padecimientos por parte de una mujer madura. Y cuyo punto de arranque es un dolor en la clavícula que ella misma sintió durante un vuelo transoceánico. Un dolor que se compacta dentro de su cuerpo como el mortero de las obras. La autora -lo repite cientos de veces- escribe sobre lo que le duele porque ella experimenta sus dolencias como algo real, tangible, pero la medicina oficial las interpreta como afecciones psicosomáticas. No le duele solamente su cuerpo, no solo la corroe la garrapata de su pecho que crece alimentada de la sangre de su ira. Es víctima ciertamente de un dolor físico y mental, pero sobre todo de la duda del significado y origen de ese dolor. Por eso mismo no tiene reparo en confesar que desearía tener una insuficiencia respiratoria, una estenosis de la válvula mitral. Lo que sea con tal de hallar el origen o una razón a su dolor porque quiere alejar la impresión que,  a veces ronda por su cabeza, de que es una enferma imaginaria.
   La autora se abre en canal. Es quizás lo más sorprendente de este libro. Desnuda todas sus intimidades: las relaciones con su marido, con sus padres, la forma de dormir y viajar…hasta las finanzas familiares: sus ingresos y gastos y, por supuesto, sus miedos al colapso económico de una proletaria de las letras. Y lo hace para representar a las víctimas del capitalismo avanzado, porque, como se ha dicho desde el siglo XIX, uno no puede olvidarse, cuando escribe, de las condiciones materiales. Esas condiciones son ciertamente uno de los grandes protagonistas de esta reflexión literaria sobre el dolor, en especial el de las mujeres, porque las secuelas del actual capitalismo avanzado son somatizadas con mayor intensidad por los cuerpos femeninos. La sobreexplotación de las mujeres que friegan los váteres con legía por trescientos euros al mes; la precariedad de los contratos de duración ridícula que disminuyen sin embargo las listas del paro; las injusticias cotidianas: las mujeres son las primeras en perder sus puestos de trabajo cuando las empresas dicen entrar en crisis. También las primeras en sufrir las brechas salariales.
   A Marta Sanz, obrera de las letras, cercana ya a los cincuenta, le duele ciertamente su cuerpo, pero también somatiza esa inmensa retahíla de injusticias de nuestros días. A nivel familiar le duele intensamente la forma mediante la que el capitalismo salvaje expulsa a Chema, su marido del mercado laboral, y posiblemente para siempre, porque ha cumplido cincuenta y seis años.
   Clavículatematiza muchas otras cosas: los discursos de la medicina oficial tejidos desde patrones masculinos, dolencias y enfermedades femeninas apenas estudiadas porque las mujeres han carecidos de voz durante muchos años para la ciencia. Y cuando se diagnostican sus dolores, se los considera patologías misteriosas que se colocan en el límite de lo psiquiátrico y lo muscular. La menopausia como palabra vedada, impronunciable porque es un tótem y un tabú. Críticas contra el panóptico digital que nos roba la privacidad…
   Libro crudo, descarnado, intensamente sincero, que nos llega con altas dosis de humor y mucha ironía; crítica pero también autocrítica. Y escrito con una prosa natural y certera aunque con chispazos de gran plasticidad e incluso de lirismo.

Francisco Martínez Bouzas

                                                  
Marta Sanz, fotografía de José Ramón Ladra

Fragmentos

“Hoy he solicitado para mi marido un trabajo como actor de anuncios. Haría muy bien de abuelito dinámico, de señor que usa Grecian 2000 o que está estreñido. Aunque el estreñimiento es una dolencia de mujeres menopáusicas, apretadas, las que no pueden cagar en váteres extraños cuando se van de viaje y necesitan licuar su bolo fecal con un microenema que distiende por fin el rictus de la boca y también el de su ano sellado herméticamente. Nuestro culo es una caja fuerte. Sin embargo, los hombres plantan pinos como rascacielos de Manhattan y se comercializan para ellos eficaces productos contra la diarrea porque sus urgencias intestinales les impiden ligar o conseguir un puesto directivo. Coger un prometedor vuelo a Cuba. Hay que tener en cuenta la calidad y consistencia de la mierda para emitir buenos diagnósticos (…). En un anuncio  mi marido podría ser un médico que recomienda la ingesta de yogures. También haría muy bien el papel de hombre maduro que por las mañanas necesita tomar actimeles para salir a hacer el gilipollas bajo la lluvia sin correr el riesgo de resfriarse. Haría muy bien de padre de familia que come pizza. Espero que lo llamen.”

…..

“Lo que yo no sabía es que la menopausia no consiste exclusivamente en una mutación que te hace sentirte menos bella. Es algo más íntimo que es a la vez algo físico yo lo llamaría algo interior. El climaterio es un asunto interior y pornográfico. No es sólo una cuestión de imagen o de sequedad de piel, paulatina pobreza capilar, arañas vasculares en las mejillas, bolsas en los ojos, retículas de arrugas como el velo de un sombrerito chic. Sí, en todo me he fijado, y a ratos me importa. Empiezo a verme como un personaje prototípico de películas de terror: el cuerpo de una jugadora de balonmano y la cara descascarillada. Sin embargo, lo peor es que la menopausia provoca un estado de sensibilidad que te induce a creerte vulgar y, consecuentemente, a serlo.”

…..

“Tengo cuarenta y ocho años. No. En realidad tengo cuarenta y siete. Hace dos años que no tengo la menstruación. Soy una mujer de éxito llena de tristeza. Temo que se mueran mis padres. Mi marido está en el paro. Trabajo sin cesar. No quiero quedarme sola. He tenido mucha suerte. Me da pánico no disponer de tiempo suficiente para disfrutar de tanta felicidad y tantos privilegios.”

…..

“La fibromialgia parece tener su origen en esos trastornos del sueño que son, a la vez, uno de sus síntomas. En la presentación del libro de un amigo sociólogo descubro que la obligación de dormir ocho horas al día sin despertarse es un imperativo del capitalismo para reforzar el buen funcionamiento y la productividad de los trabajadores. El sociólogo afirma que nadie duerme ocho horas al día de un tirón y que convertir esa característica inherente al ser humano en un deficiencia, una patología, para medicalizarla es un subterfugio más de este mundo enrarecido que nosotros creemos normal. Por eso, explica el sociólogo, ejercemos la violencia con métodos conductistas para que los niños duerman. Duérmete, niño, duérmete YA. Que viene el coco y te comerá. Sin embargo, lo normal, lo natural, lo antropológicamente razonable es no dormir esas ocho horas comatosas porque, de haberlo hecho así a lo largo del largo tiempo de la Historia, habríamos  desaparecido como especie. Se nos habrían merendado depredadores con el ojo abierto y el colmillo largo.”

(Marta Sanz,Clavícula, páginas 22-23, 28-29, 112, 135-136)

DARIO FO ALZA A LOS CAÍDOS DE LA HISTORIA

$
0
0


Hay un rey loco en Dinamarca
Dario Fo
Traducción de Carlos Gumpert
Ediciones Siruela, Madrid, 2016, 182 páginas.

   El pasado 13 de octubre nos sorprendió con dos noticias inesperadas: la concesión del Premio Nobel de Literatura 2016 a Bob Dylan y el fallecimiento de Dario Fo, igualmente Premio Nobel de Literatura en 1997. Dario Fo emuló, según el dictamen de la Academia sueca, a los bufones medievales y defendió la dignidad de los oprimidos. Dario Fo fue, sobre todo, un hombre de teatro: autor de piezas tan destacadas como Misterio bufo y otras comedias, Muerte accidental de un anarquista o Aquí no pasanada. Dirigió y representó así mismo como actor de escena múltiples obras teatrales en colaboración con su esposa, la actriz Franca Rame (fallecida en 2013). No obstante, en los últimos años, Dario Fo extendió su actividad como escritor al género de la narrativa con base histórica. En 2014 publicaba su primera novela, Lucrecia Borgia, la hija del Papa y en 2015 C’é un re pazzo en Danimarca que, en traducción de Carlos Gumpert, podemos degustar desde hace unos meses en español.
   La idea de esta pieza narrativa surgió como resultado de una investigación realizada por Jacopo, hijo del escritor, sobre los reyes daneses del siglo XVIII, analizando especialmente las crónicas, comentarios y especialmente los diarios que, desde el siglo XV, acostumbraban a escribir aquellos personajes -gente común o famosa- que tenían práctica en las letras. Basándose en esos documentos, Dario Fo reconstruye los sucesos, a la vez grotescos y trágicos que tuvieron lugar en Escandinavia desde mediados del siglo XVIII hasta mediados del XIX, y cuyo principal protagonista fue  Cristián VII, rey de Dinamarca y Noruega, un monarca loco o perturbado al que Dario Fo rescata del olvido, tanto en sus vivencias existenciales como en la acción de gobierno de un rey visionario que aconsejado por Johann Friedrich Struensse, el médico ilustrado alemán que alcanzó el puesto de primer ministro y el de amante de la joven reina Carolina Matilde, y que promovió reformas de gran calado anticipándose a la Revolución francesa.
   Cristián VII asciende al trono con dieciséis años. Alterna periodos de gran lucidez con otros de absoluta perturbación mental. Contrae matrimonio con una princesa de dieciséis años, Carolina Matilde de Hannover, hermana del rey Jorge III de Inglaterra. Soporta a una madrasta terrible, la reina madre Juliana María, que conspira para derrocarlo y permitir así que ocupe el trono su hijo. Como en muchas de sus obras teatrales, Dario Fo recurre a la figura del loco o perturbado cuando sus dardos se dirigen contra la arrogancia del poder o pretende revelar verdades incómodas. En esta ocasión, Dario Fo las lanza a través de una historia de amor y de locura. Una historia poco conocida pero que el dramaturgo italiano recuperó documentalmente y pudo así reconstruir el puzle de acontecimientos dramáticos entretejidos de ideales políticos, pasiones amorosas y luchas por el poder.
   En no pocas ocasiones, la Historia da giros radicales debido a eventos impredecibles como la locura. En este caso, el motor de esos cambios fue la demencia de un rey, unida a las aspiraciones utópicas de un médico ilustrado y revolucionario y a la complicidad de la joven reina consorte. Las tres piezas claves de un triángulo amoroso hacen posible que en Dinamarca se instauren reformas revolucionarias, impensables en aquellos momentos en Europa, como la libertad de prensa y pensamiento, la abolición de la tortura y de la esclavitud, la promoción de la cultura y la instrucción, legislaciones para acabar con privilegios de la nobleza, eliminación de la corvea real, entre otras muchas.
   Es cierto que, en su deteriorado estado de salud  mental, el rey reconocía públicamente que no amaba a su joven esposa. Fue una prostituta, Støvlet-Catherine quien le adiestró en los juegos del sexo. En un golpe de estado organizado por la reina madre viuda y por la corte, Struensee fue acusado de ofender a la monarquía por haber mantenido una relación extramarital con la joven reina. Fue condenado a muerte por descuartizamiento. Cristián VII firmó la sentencia porque le convencieron de que el médico alemán tenía planes para asesinarlo. Carolina Matilde, por su parte, fue deportada al castillo de Celle, en las inmediaciones de Hannover. Jamás volvió a convivir con sus hijos. Se abolieron las reformas, pero años más tarde, Federico, el príncipe heredero, tras un golpe de palacio, fue nombrado regente. Eso impidió que muriese el sueño de la revolución ilustrada. Será Federico quien la lleve adelante al asumir el poder.
   Una atractiva novela histórica en la que Dario Fo alza, como ya había hecho con Lucrecia Borgia, a los caídos de la Historia. Estructurada como una pieza narrativa, Hay un rey loco en Dinamarca rompe con los cánones genéricos. En la novela intervienen distintos narradores y se alternan varios formatos: memorias, narraciones, cartas, reflexiones… Todo ello perfectamente amalgamado por una gran frescura estilística, adscribidle a la escritura irreverente y excesiva; y toques teatrales que, herencia de la condición de dramaturgo de Dario Fo.

Francisco Martínez Bouzas

                                                 
Dario Fo

Fragmentos

“Dio comienzo de inmediato mi interrogatorio al joven quien me respondió cohibido, lo que resulta del todo natural. Me confió que, dos años antes, mantuvo relaciones con una chica, concretamente una prima más joven que él. Una experiencia que acabó en un pequeño desastre: la chica no dejaba de reírse ante su flagrante inexperiencia. Con la ayuda de unos amigos mayores trabó conocimiento, esta vez de forma mucho más positiva, con una prostituta. «Era muy simpática»me contó, «y, sobre todo, de los más desinhibida. Hacía que me sintiera cómodo, me besaba por todas partes, pero en el ápice del juego que quedé bloqueado. De repente aquel coito me molestaba, o peor aún, experimenté una sensación de miedo, seguido de náuseas. No tengas miedo, me tranquilizó con dulzura la muchacha. Son cosas que pasan, sobre todo la primera vez. Estoy convencida de que si volvemos a vernos redescubrirás el placer que te exaltaba al principio». Pero no fue así: en la siguiente cita, en cuanto la afable prostituta comenzó a desnudarse, la detuve y le dejé el dinero en la mesa. Después me puse la chaqueta, me ajusté el sombrero y salí de la habitación con los zapatos en las manos, debido a la prisa que tenía por irme de allí.”

…..

“- Sí. Si supieras, padre, cómo me gusta ver las caras de los eruditos cuando me dirijo a ellos expresándome así. Es realmente un regalo magnífico. Mamá me quería mucho, y a ti también te quería, pero ¿por qué tú no la quieres?
-Esta es la pregunta más embarazosa que me han hecho en estos últimos años. Yo no siempre soy yo, he pasado mor momentos en los que la idea de estar en el mundo me pesaba como una roca y lo que más miedo me daba eran los sentimientos de cariño que veía a mi alrededor. Tú no has hecho nunca le menor alusión a él, pero hay otra persona de la que deberíamos hablar, me refiero precisamente a Struensse, que sé que me sustituye con sus atenciones en los años que vivió a tu lado. Era un hombre al que yo estimaba y que me ayudó a levantar un proyecto que por desgracia quedó sin efecto.
-Sí, ya sé de lo que estás hablando. Pocos días antes de que se lo llevaran me dio una especie de conferencia sobre la situación del reino. Yo era desasido pequeño para entenderlo, pero algunos trozos me han quedado en la memoria. Uno trataba de la libertad. En concreto me llamó la atención una frase: «Nos creemos un pueblo civilizado, pero la verdad es que estamos en la cola del grupo de los países avanzados». Fue eso lo que dijo, «avanzados». Siempre me he preguntado lo que significaba.
-Significa ser capaces de liberar a nuestro pueblo de su condición de sometidos, es decir, de súbditos.”

…..

“Recordemos con énfasis que estamos en 1784, es decir, cinco años antes del estallido de la Revolución francesa, la mayor conmoción social de la historia de la humanidad.
Sin embargo, fue el pequeño reino de Dinamarca, en general, poco atendido por la historia oficial, el que llevó a cabo este memorable cambio. En efecto, en 1788, el consejo de Estado aprobó la reforma agraria, con la que se abolía la servidumbre de la gleba para los agricultores por debajo de catorce años y por encima de treinta y seis. Habrá que esperar hasta 1800 para que desaparezca por completo. Pero, mientras tanto, gracias a los esfuerzos de Federico y de sus ministros, se afirmaba por vez primera el principio de que los campesinos eran ciudadanos libres que podían desplazarse adonde quisieran y no estaña ya indisolublemente vinculados a la tierra que trabajaban.”

(Dario Fo, Hay un rey loco en Dinamarca, páginas 77, 145-146, 173)

LA HISTORIA OCULTA DE LOS FILIICHRISTI DE ANGULO

$
0
0


El misterio de los filiichristi de Angulo
Daniel María
Baile del Sol Ediciones, Tenerife, 2016, 154 páginas.

  Poeta y ensayista sobre literatura y cine, Daniel María (Angulo, La Gomera, 1985) nos ilustra en su último libro, El misterio de los filiichristi  de Angulo sobre un tema canario que simplemente por el título suscita la curiosidad lectora. El surgimiento de una comunidad que amalgamó un estilo de vida en el que las ideas filosóficas y religiosas tejieron las existencias, la biografía individual y colectiva de varios hombres y de alguna mujer que, en la década de los años veinte del siglo pasado, crearon en Angulo (Isla de la Gomera) una asociación teosófica-cristiana conocida con el nombre de los filiichristi. Sus miembros fueron un grupo de intelectuales y escritores motivados por ideales cristianos, pero influenciados así mismo por ideas masónicas y teosóficas. Daniel María recuperó sus huellas y las plasmó en este libro editado por Baile del Sol en su colección “Textos del desorden”. Una investigación ejemplar, elaborada exclusivamente a partir de testimonios orales, documentos oficiales, las publicaciones de los filiichristi y alguna breve entrevista que concedieron.
   El autor se encontró con la leyenda de los filiichristi y comenzó a investigar sobre su naturaleza enigmática, nutrida de mística, misterio y ascetismo. Los filiichristi pertenecieron a una comunidad aparentemente cristiana, si bien en sus creencias tuvieron cabida otras creencias. Un sincretismo religioso e ideológico que incorporó un estilo de vida con prácticas como el celibato, la hipnosis, cierto grado de brujería, la mediumnidad, la adivinación, el contacto con los muertos, reuniones secretas y unas formas de vida que los acercaba a los eremitas.
   La congregación estuvo formada por un grupo de amigos, naturales todos ellos, con una excepción, de Angulo. Fueron fundamentalmente librepensadores interesados en conocimientos, sabidurías y creencias provenientes de distintas fuentes, especialmente de la masonería. El iniciador y líder de la comunidad fue Agustín Bethencourt Padilla y estuvo compuesta por su esposa, Luz López, Domingo Montesinos, Pascasio Trujillo, Juan Saravia, Pedro Sánchez Padilla. También se suele incluir  a Pedro Bethencourt Padilla y José Bethencourt Padilla que, aunque sin participar de forma plena en el devenir de la congregación, mantuvieron estrechos vínculos con sus miembros.
   Fue en Cuba donde se gestó el germen de los filiichristi. A la Isla caribeña habían emigrado, a inicios del siglo XX, los hermanos Bethencourt Padilla. Allí tuvieron acceso a una educación esmerada que, entre otras facetas, les permitió entrar en contacto con métodos esotéricos y espirituales que les acompañarán a su regreso a Angulo a inicios  de los años diez. Agustín viajará por Europa, lo que le permitió contactar con la Sociedad Teosófica de Madrid y conocer a su esposa y madre de sus hijos, Luz López. Tras una breve estancia en Roma, la pareja retorna a Angulo y se dedica a instruir a la población, analfabeta en un alto porcentaje. En el año 1927, el matrimonio crea la congregación de los filiichristi. Una congregación que parte de la teosofía y practica el cristianismo, en palabras de su fundador. Entre las normas que deben cumplir los integrantes de la sociedad, las más llamativas consistían en dejarse el pelo largo, vestir hábito, no ingerir carne, pescado y alcohol, renunciar a las pasiones, hacer votos de castidad, pobreza y obediencia. El mismo Agustín Bethencourt es consciente de ese ideal ascético, y por esa razón su matrimonio con Luz López queda abolido. Crían al hijo que habían tenido a base de plátanos, y los tres duermen en el suelo. Sus modelos de vida sencilla muy próxima al eremitismo son Teresa de Jesús y Tomás Kempis.
   Daniel María presenta a los distintos miembros de los filiichristi, especialmente en aquellos perfiles relacionados con la teosofía y el espiritismo.
   Pero, sin duda, el capítulo más interesante de la investigación es el que  lleva por título “La sospecha franquista”. Debido a sus relaciones con la masonería, el régimen franquista inició muy pronto la persecución y procesamiento de los hermanos Bethencourt Padilla, así como la de algún otro miembro  de la congregación (Pascasio Trujillo). En abril de 1948, el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo inició la búsqueda de Agustín Bethencourt Padilla, acusado de pertenecer a una logia masónica. Y lo mismo ocurre con su hermano Pedro, condenado a varios años de reclusión menor. También fue detenido y procesado Pascasio Trujillo. Todos ellos víctimas del discurso de rechazo y condena de la masonería por parte de la dictadura franquista.
   La obra de Daniel María reúne  en una segunda parte una antología de textos escritos y publicados por los filiichristi. Entre ellos, el poemario Salterio, el ensayo La corrupción del mundo o el imperio de la magia de Pedro Bethencourt Padilla y la novela La efigie de cera de la autoría de José Bethencourt Padilla.
   Un libro que, en definitiva, visibiliza la existencia de un grupo de seres humanos preocupados, y en cierta medida alienados por inquietudes religiosas, mágicas y esotéricas que conectan con la universal tendencia del ser humano de transcender la realidad del mundo material que percibimos por los sentidos.

Francisco Martínez Bouzas

                                                  
Daniel María. A la derecha fotografía de Agustín Bethencourt

Fragmentos

“Un hijo. Que el hermano Bethencourt tuviera un hijo era algo extraordinario.
-Sí- nos responde-, tengo un hijo de veinte meses que ingresará en la religión, como sacerdote usual, como yo no pude ser. Duerme en el suelo, lo hemos llevado siempre forrado en una manta, como un maletín de viaje. Solo come plátanos y está sano, fuerte. Yo -continúa un soplo de sonrisa- vine a estas ideas cuando entré por primera vez en las Catacumbas. Me llamó la atención que la obra más grande de la humanidad no fuera hecha por un poder secreto. También originó mi vocación al estudio. Mi orden trata de la abolición del individuo y de estudiar, de llegar a la comprensión de él en sí mismo. Yo leo con preferencia la Biblia, en general. Prefiero los Evangelios al Nuevo Testamento. La escuela de Santa Teresa del Carmelo figura entre mis predilecciones. También el Kempis”
(Entrevista concedida por Agustín Bethencourt Padilla y publicada en Hespérides, 1927), página 92

…..

De La magia universal

“No me propongo hacer aquí ninguna exposición especulativa acerca de lo que ha venido llamándose Ocultismo o Ciencia Oculta. Trataré simplemente de señalar las causas que, a mi juicio, determinan la corrupción del hombre y, por consecuencia, del mundo entero.
(…)
El instinto de conservación en las clases privilegiadas alienta las tiranías gubernamentales, que el ejército ampara; más cuando este no ofrece las garantías necesarias para el sostenimiento de las oligarquías reinantes, suele venir, en auxilio de estas, otro poder no sospechado. La MAGIA.
No habré de distinguir entre magia «blanca» y magia «negra». Veréis por qué.
Para mí, magia es el poder abusivo del pensamiento sobre la voluntad de los demás, ya sea para bien o para mal; de modo que, según mi entender, toda magia es negativa para el progreso real del hombre que busca la Verdad.
Si hemos de servir a esta, debemos empezar por la eliminación de todos los prejuicios en que se basa la rutina del vivir.
Yo hablo aquí de magia en el sentido de sugestión; de modo que no debéis discutir sobre el significado de esta palabra, que he de emplear muy a menudo en las páginas que siguen.”
(Pedro Bethencourt Padilla, La corrupción del mundo o el imperio de la magia, 1933), página 108.

"¿DE DÓNDE ESTA MANÍA DE SER PÁJARO?". EL DEBUT EN LA LÍRICA DE CRISTINA REQUEJO

$
0
0



  La valenciana Ediciones Enkuadres pone hoy a disposición de los lectores un nuevo título de su colección Poetas. ¿De dónde esta manía de ser pájaro? que supone el debut definitivo de la ourensana Cristina Requejo, una gallega de pura cepa, si bien transterrada  en estos momentos en tierras madrileñas. Cristina Requejo es gallega pero actualmente no forma parte del sistema literario gallego. Mantengo la esperanza y abrigo el deseo de que, no tardando mucho tiempo, publicará algo en gallego, y pertenecerá así de pleno derecho a la pléyade de mujeres y hombres que escriben y publican en la lengua de Rosalía de Castro, Álvaro Cunqueiro o Claudio Rodríguez Fer, con quien se formó en sus años en Galicia.
   La de Cristina Requejo es una de esas voces rebosantes de potencialidades poéticas, pero la falta de oportunidades o el simple azar impidieron que explotaran y adquirieran visibilidad a través de un poemario rubricado por ella. En su caso, publicar nunca fue uno de sus propósitos y menos aún, una urgencia. Durante muchos años ni siquiera le subyugaba la idea. Había escrito en su adolescencia, embrujada por Milan Kundera, textos existenciales que todavía hoy no  resultan ajenos a los temas recurrentes de sus escritos, bien en prosa, bien en poesía. En un periódico local de Ponferrada, publicó en 1991 algunos de esos relatos. Y siguió escribiendo, mas solo para ella. Un blog, Desde mi luna, abandonado desde hace dos años, recoge algunas de esas inquietudes literarias convertidas en palabra escrita.
   Fue el Concurso Cuenta 140 de El Cultural, dirigido por Joaquín Pérez Azaústre, el que la incitó a escribir poesía. En aquel juego fue finalista casi todas las semanas y ganó el concurso en tres ocasiones. Y fue ese juego el que despertó y materializó una inquietud poética oculta pero que finalmente reventó: como si estuviese poseída -son sus palabras, acertadas palabras porque cuando el poeta crea, algo lo posee-, y siente la necesidad de jalonar sus días con poemas de formato más largo que el de los ciento cuarenta caracteres que no podían ser excedidos en el Concurso de El Cultural.
   Y así nació este poemario que hoy ve la luz. Concebido de una forma espontánea, sin haberlo premeditado su autora, pero “fruto de la necesidad de contar a través de la metáfora”. Cincuenta poemas que reflejan las inquietudes de la autora y su afán vital por experimentar. También la necesidad de volar y de expresar a través del arte de la palabra, de ese gran milagro del mundo que es la poesía, muchas de las experiencias de su existencia y del vivir de otros seres que la rodean.
   Poemas que se originan en imágenes vividas; un trampolín que la impulsó a poetizar lo que su yo vital precisaba que saliese a flote y que toma forma a través de palabras, versos, estrofas, poemas. Muchos de ellos aluden a las aves, al vuelo, a la imperiosa necesidad de un constante ir y venir.
   Poemas de esmerada y golosa calidad, prologados por las palabras de de uno de los grandes de la lírica española actual, Juan Carlos Mestre; y que saben a muchas mujeres poetas, a los líricos de la Generación de los 50. De ellos ofrezco una muestra, a la espera de poder valorar la complitud de esta selección de poemas, rotulados con un título tan original como apropiado, ya que esa es la vida de Cristina Requejo: un no detenerse jamás, un ir y venir vital, sentimental, quizás incluso amoroso, por el itinerario del gran río de la vida.

Francisco Martínez Bouzas

                                                    
Cristina Requejo


Tres poemas de ¿De dónde esta manía de ser pájaro?

MUJER ÁRBOL

“Mi lengua halla su espacio en tu extrarradio,
en el lado derecho de un mediodía liso,
libre de márgenes y horrores,
de hilos que la quieren atar al desamparo

(no soy la presa, no me usurpes, no temo
y cuando digo árbol, crezco)

Había muchas como yo, hechas de injertos
ocultas  siempre en tres rutinas,
yendo de un verbo a otro,
eran silencio, olvido, nombre, letra,
ironías que temen a su paradoja

(Y eran presas usurpadas de esencia, eran temor,
y nunca decían árbol)

Más allá de tus muros hoy respira mi nombre,
y al pronunciarlo, nadie apresa sus letras,
ni ya se hace epidemia.”

…..

COMO UN FANTASMA, HUBO

“Hay tantas cosas que son parte de ti
y surgen cuando vuelves,
la risa de la lluvia y lo aprendido
en la insurrección del tacto,
la alegría de arrancarnos las plumas
una a una, y no volar atrás,
allá donde el pasado pierde forma y memoria.
Me giro, cierro los ojos
me tapo los oídos y destierro mi alma
(todo es mentira, me digo)
Pero hubo un tiempo
en que el amor
eyaculaba cada día en nuestras bocas,
y no necesitábamos volar.
Lo recuerdo, hubo un tiempo,
y a veces renaces en la memoria de mis huesos.”

…..

Y ASÍ,  SABERTE

“Saberte como palabra
como tacto, como destino
al que mi cuerpo emigra
en este invierno demacrado.
Saberte cerca,
en cada orgasmo,
en el error y en la certeza,
o en la inocencia de quien ama
y no se reconoce en el pecado
(¿recuerdas aquellos pájaros azules?)
Saberte amándome
a través de otros cuerpos,
en el calor fingido de otras manos,
en la distancia que no impide el fervor,
ni el verso o la lujuria
(saberte a tientas,
ahí,
sabiéndome).”

"EL DOMINGO DE LAS MADRES": UNA PEQUEÑA JOYA LITERARIA

$
0
0


El Domingo de las Madres

Graham Swift

Traducción de Jesús Zulaika

Editorial Anagrama, Barcelona, 2017, 162 páginas.



  Una de las virtualidades de la ficción, piensa Graham Swift, es sacar a la luz y darles voz  a las vidas ocultas, a las potencialidades que la gente atesora en su interior, quizás sin saberlo. Y ese fue el propósito del autor en esta novela breve en la que registra interioridades, y explica “esa historia que nunca se va a contar”, porque lo más fascinante es lo que tenemos en nuestro ser más íntimo. Lograr que todo eso aflore es el fruto que bastaría para definir toda una existencia humana. Y que esos logros se expresen a través de la ficción impregna algunas de las diez novelas del autor inglés, seleccionado por la Revista Granta, en 1983, junto con Barnes, Rushdie, McEwan, Martin Amis o Ishiguro, como aquel inigualable dream team, los mejores novelistas ingleses de su generación..

   El origen de esta novela que retrotrae al lector al 30 de marzo de 1924, -“El Domingo de las Madres”-, fecha en la que las cridas y sirvientes eran liberados de sus ocupaciones y se les permitía regresar a sus hogares para pasar el día con sus familias. Una imagen muy amable de ese día rondó de pronto por la cabeza del escritor: dos amantes en una cama en una relación clandestina debido a la diferencia de clase social: los que servían y los que eran servidos. Ese día del Domingo de las Madres de 1924, estará siempre presente en la protagonista Jane Fairchild. Es un día de su vida que a la vez la contiene por completo.

   La novela nos sitúa, como ya quedó apuntado, en el Mothering Sunday de 1924.La Gran Guerra había quedado atrás, con millones de muertos, y otra ya comenzaba a incubarse desde la lejanía. Dos de las más ilustres familias de Berkshiere aprovechan el evento para reunirse y organizar el matrimonio, ya inminente entre sus hijos Paul Sheringham y Emma Hobday. En ese tiempo de espera y desde hace años, el señorito Paul comparte una relación secreta con Jane, una criada inteligente y desinhibida de los Niven. Jane es huérfana, no tiene familia a la que visitar y decide disfrutar de la jornada leyendo un libro en el jardín. Sin embargo, una llamada telefónica altera  sus planes: el señorito Paul la invita a pasar el día en la casa de sus padres. Es la última oportunidad de tener sexo antes del matrimonio, dentro de dos semanas, de Paul.

   Las horas de aquel Domingo de las Madres que pasa con Paul en su dormitorio, consciente de que este se iba a casar con el dinero de la prometida, ya que había despilfarrado el suyo, serán momentos inolvidables en el recuerdo de Jane. Un acontecimiento que se propaga a través de toda la novela. Jane saborea intensamente la liberación de las obligaciones laborales y, sobre todo, de las morales, aunque con el presentimiento de que aquel día la separará definitivamente de su amante, el señorito Paul. El suyo será un encuentro que marcará la evolución futura de la protagonista.

   Un trágico accidente provoca un cambio radical en la vida de la protagonista, pero ese día caluroso de marzo germina definitivamente en ella la simiente de la escritura, y el señor Niven le permite coger y leer los libros de la biblioteca familiar. Después de trabajar en una librería de Oxford, se convertirá, en efecto, en una escritora de éxito, en una escritora “moderna”, estimulada, de forma especial, por la lectura de Conrad, un autor provocador para la criada, y homenajeado por  Graham Swift en esta breve joya literaria.

   El autor ha concentrado en poco más de ciento cincuenta páginas toda una vida, partiendo de una escena que se alarga en el tiempo: el futuro y el pasado, amor, muerte, lujuria, lascivia, pasión por los libros y un inmenso deseo de superación. Y lo hace aprovechando una historia de otros tiempos, pero muy actual, gracias a la exquisita ambientación, no tanto de espacios, sino de ideas e ideales. A lo largo de la novela, la pericia de un gran escritor hace que la muerte se asome en no pocas ocasiones, comenzando por la inmensa tragedia de la Gran Guerra, pero Graham Swift es capaz de hacerlo sin llantos ni tristeza.

   El libro es así mismo intensamente erótico, pero la carga erótica no reside tanto en las escenas en la cama, con Jane sosteniendo la verga del señorito Paul y una mancha impregnando las sábanas, como en el largo recorrido que la protagonista, completamente desnuda, efectúa por la casa de los Sheringham, una vez que su clandestino amante la deja sola pare reunirse con su prometida. Un simple cuadro repleto de lascivia sensual que fascina pero no perturba porque nada hay de vulgar ni de excesivo. Y, sin embargo, leer cómo la desnudez de esta joven criada  se entromete  en la vida de los otros, en los cuadros familiares, en las fotos de los hijos muertos, en los objetos de su amante clandestino…es una de las escenas más excitantes  que se pueden describir.

   Graham Swift narra un día, un solo día, que marca, no obstante el cambio radical de la protagonista; y lo hace a través del recuerdo de Jane, criada y escritora, que, desde la atalaya de casi cien años, rumia vehementemente su condición de amante secreta que hace el amor por última vez con el hombre con el que comparte su simiente.

   Una voz narrativa en tercera persona y mediante un estilo indirecto libre recoge y nos transmite los recuerdos, los sentimientos, los estados de conciencia de aquel domingo que visualizará la protagonista durante toda su vida. El escritor hace uso de no pocas elipsis muy significativas, saltos en el tiempo que no alteran el relato primario ni entorpecen el desarrollo de la acción. La contextualiza y la hacen más viva. Son mimbres, junto con la condensación y una plausible economía narrativa, con los que Graham Swift teje la superación de esta criada convertida en Cenicienta y nos regala una breve pero deleitosa filigrana literaria.



Francisco Martínez Bouzas



                                                 
Graham Swift


Fragmentos



“Se sentó en la cama, a su lado. Le pasó la mano por el vientre, como sacudiéndole un polvo invisible. Luego dejó encima de él el mechero y el cenicero, y siguió con la pitillera en las manos. Sacó dos cigarros y puso uno entre los labios fruncidos y salientes de ella, que no se había quitado las manos de la nuca. Él le encendió el cigarrillo y luego se encendió el suyo. Después de juntar pitillera y mechero y de dejarlos en la mesilla de noche, se tendió junto a ella cuan largo era, mientras el cenicero seguía a medio camino entre el ombligo y lo que hoy él, sin tapujos, llamaría alegremente el «coño».

Verga, huevos, coño. He aquí tres vocablos sencillos, básicos.

Era un 30 de marzo. Domingo. Lo que venía llamándose el Domingo de las Madres.”



…..



“Y eso hizo. Se deslizó de una pieza a otra. Miró, asimiló; pero también, secretamente, otorgó. Parecía flotar en la conciencia de que, por escandaloso que pudiera ser su paseo por la casa -¡estaba completamente desnuda!-, nadie sabría, nadie adivinaría que había estado en ella. Como si su desnudez no sólo le otorgara la invisibilidad sino que la eximiera de los hechos.

Ethel lo sabría, por supuesto. Pero Ethel pensaría que había sido la señorita Hobday.

Entró en la sala de estar. Era como un pequeño país extranjero desierto; una colección de posesiones abandonadas y suplicantes. Como si la vida -nunca había tenido ese pensamiento en Beechwood- fuera la suma de las posesiones. No pudo evitar entrar en ella con la estudiada deferencia de una doncella que anunciara una visita o trajera el té. Pero no había nadie. Era casi como entrar en uno de aquellos santuarios inalterables de los cuartos de los chicos de Beechwood.”



…..



“Pero nunca revelaría que cuando se convirtió realmente en escritora, o se planteó de verdad la simiente en ella (era una palabra interesante, «simiente») fue un caluroso día de marzo -cuando tenía veintidós años- en que había vagado por una casa sin un ápice de tela encima -tan desnuda, diríamos, como su madre la trajo al mundo- y  se había sentido más ella misma, más Jane Fairchild, de lo que se había sentido en toda su vida, y también, como jamás en la vida, una especie de fantasma. Había sentido, podría decirse, lo que significa realmente venir a este mundo; ser depositada, por así decir, en su umbral extraordinario.

¿Y cómo después de todo, iba a admitir estas cosas en una entrevista pública (viva y alegre, como algunas de sus entrevistas podían ser): anduve desnuda por una casa que no era mía, una casa en la que nunca había estado antes? ¿Y qué me llevó a hacerlo? Bien, ahí había una historia, una historia que ella se había jurado no contar jamás. No lo había hecho. Ni lo haría nunca.

Y ahí la tenéis, miradla, una narradora de profesión.”



(Graham Swift, El Domingo de las Madres, páginas 15, 83, 111)

"LA COLUMNA ROTA": ÉCFRASIS DE FRIDA KAHLO

$
0
0


La columna rota
Ángela Álvares Sáez
Huerga y Fierro Editores, Madrid, 2016, 89 páginas.

   Ya desde las retóricas clásicas se conocía con el nombre de écfrasis a la figura equiparable a la hipotiposis, es decir, una descripción vívida e intensa, capaz de evidenciar e incluso de materializar visualmente la realidad representada en el discurso. A partir del siglo XVIII, el término restringe su significado, mas sin perder nunca esa marca de sugestión visual, capaz de colocar delante de los ojos algo ausente, descripción especialmente de una pieza artística de naturaleza plástica, por ejemplo, una pintura. Este proceso de restricción conceptual remite al sofista Filóstrato de Lemos, y sobre todo al tópico de Horacio, considerado canónico: “ut pictura poisis”. Pero fue, principalmente, un trabajo de Leo Spitzer el que representa el momento definitivo en el que los teóricos acotaron el término y comenzaron a indagar en la mímesis desde el texto écfratico, por cuanto este incorpora una representación de una representación, priorizando además a la poesía como arquigénero ecfrático privilegiado. Sin embargo, en el tratamiento de la écfrasis, la poesía contemporánea promueve una cierta discontinuidad entre la pieza artística y el texto literario, disminuyendo la correlación descriptiva en beneficio de una consideración estética. Un impulso crítico-hermenéutico sobrepasaría así al simplemente mimético. La écfrasis funcionaría así como objetos tonales, como constructos verbales, ontológicamente equivalentes a una obra artística de carácter plástico.
   Es en este sentido como una joven poeta, Ángela Álvarez Sáez, que tiene en su haber varios poemarios y ha cosechado no pocos premios -entre ellos, finalista en tres ocasiones del Premio Adonais- reescribe verbalmente un buen número de piezas pictóricas de Frida Kahlo, permitiéndonos observar, sobre todo a través de la imaginación convocada, múltiples connotaciones de las pinturas más emblemáticas de Frida.
   Los cuarenta y nueve poemas más dos textos epilogales de La columna rota más que describir interpretan las pinturas de la artista mexicana. Ese fue su propósito tras su regreso de México y la visita a “La casa azul”: “…soñé que la pintura de Frida Kaholo se convertía en un organismo que iba creciendo célula a célula, trepando como un animal arcaico por la raíz  de los poemas que yo iba escribiendo” (página 15). Y ciertamente el organismo y el entero yo de la pintora de Coyoacán se presta para esa hermenéutica ecfrática, porque Frida Kahlo, en todos sus cuadros, refleja su vida, su amor incombustible por el ogro devorador de mujeres que fue Diego Rivera. Sus tristezas y sufrimientos suelen ser interpretadas como símbolos del dolor que Frida sufría en todo su cuerpo y también en su alma.
   Por eso, a pesar de la tonalidad onírica de algunos de sus cuadros, Frida, como ella misma decía, nunca pintó sueños o pesadillas. “Pinto mi propia realidad”, solía repetir.
   A través de una arquitectura poética cuadripartita, los textos poéticos de Ángela Álvarez convocan e interpretan las pinturas de Frida Kahlo, permitiéndonos ver más de lo plasmado en los cuadros que se ajustan en general a las etapas existenciales y vivenciales de la pintora. El nacimiento, el conjuro del verbo nacer, con el “cuerpo que se sostiene como muerte” (página 19); las raíces, la herida inevitable, la inútil oferta a Diego Rivera de la fertilidad con el dolor “como cientos de pisadas de caballo” (página 25).
    

   
"La columna rota" cuadro de de Frida Kahlo

    “Amor y dolor”, la segunda parte que explica las pinturas en las que Frida refleja sus heridas, convertida quizás en presa. Es aquí donde encontramos “La columna rota”, los versos que rotulan el poemario, y que encarnan la representación seguramente más conocida de Frida Kahlo: desnuda desde la cintura para arriba, usando un corsé de acero que envuelve su cuerpo, con una dramática abertura que nos permite ver una columna hecha pedazos. Es la gran metáfora del dolor y de la soledad de la artista que “inventa monstruos sobre la superficie de la tierra”, con una “tempestad de clavos” atravesando todo su cuerpo. La écfrasis de Ángela Álvarez se detiene en varios de los autorretratos de Frida (“Autorretrato con collar de Espinas”, “Autorretrato con el pelo cortado, “Autorretrato con el pelo”…). Frida pinta autorretratos, múltiples autorretratos, debido a su soledad: “Pinto autorretratos, escribió, porque estoy mucho tiempo sola.”
   En la tercera parte se transforma en poema la memoria que también nutre algunas pinturas de Frida: el clan familiar concibiendo “el útero materno como el lugar donde se concentra toda la memoria” (página 49; el camino de la paz de Doña Rosita Morillo; viva presencia de la memoria azteca que puede ser restaurada para regresar al origen. Y más autorretratos que son también una forma de conservar la memoria.
   Finalmente la auscultación de la muerte, esa muerte que “se deshace en materia líquida”, “el  instante en el que fermentan / imágenes oníricas de seres emplumados”
   Si los cuadros de la pintora arrancaron algo  a la muerte, los poemas de Ángela Álvarez son igualmente una conjura contra el tiempo porque no solamente expresan la emoción de una pintura sino que la absorben lingüísticamente. Y aunque, como escribió Walter Benjamin (Tesis de filosofía de la historia o sobre el concepto de historia) la construcción histórica se consagra a la memoria de los que no tienen nombre, la voz poética de Ángela Álvarez lo hace en estos versos, estrofas y poemas a alguien que sí tiene nombre, un nombre vapuleado por el dolor y por los innumerables abismos por los que transcurrió la vida de Frida Kahlo, y que pudo sortear gracias a su pintura, esos cuadros tantas veces pintados en el lecho. Hay seres prácticamente anónimo relacionados con Frida Kahlo a través de Diego Rivera (Angelina Beloff o Lupe Marín que con sus guisos le alegraba la vida del gran panzón en la Casa Azul), merecedores igualmente de recobrar vida a través de la poesía. Lo han logrado en la prosa gracias a Elena Poniatowska. Mas honrar la memoria de de los seres anónimos es tarea mucho más ardua que hacerlo con los célebres.
   Poesía, la de Ángela Álvarez, quizás dura, áspera en algunos momentos. Radiografía del dolor que nos perfora no solo los sentimientos sino también la conciencia. Poemas cuadros concentrados, en los que conviven harmónicamente  versos, estrofas, poemas de distintas tonalidades y hechuras, con presencia de prosas poéticas, si bien tendiendo a tonos versales y compositivos clásicos. Poemas que, a pesar de su intenso componente melódico, no se descoyuntan como un terremoto. En general, el volcán versal con el que la voz poética de Ángela Álvarez se deja sentir en este poemario, se transforma en suave sinfonía.
   Un poemario cuya riqueza semántica y su expresión lingüística se adecúa perfectamente al fondo temático: esa pintora mexicana, víctima de los padecimientos que marcaron su vida, y una obra símbolo del sufrimiento que la lectura de los poemas de Ángela Álvarez nos permiten conocer mejor.

Francisco Martínez Bouzas

                                                        
                                                      
Ángela Álvarez Sáez

Selección de poemas de La columna rota

La columna rota

“Es el dolor el artífice de esta pesadilla,
quien inventa monstruos sobre la superficie de
      la tierra.
Como una tempestad de clavos, irrumpen las bestias de mi
       carne,
con  sus collares de heridas congénitas.
El Minotauro está en el bosque.
Cuando los hombres duermen, rompo la placenta,
lamo las húmedas escamas de la ausencia de cuerpo,
y salgo a cazar animales inexistentes.”
(página 33)

…..

Autorretrato con pelo suelto

“En Coyoacán, Méjico, las imágenes llevan inscritos los
       signos del desamparo.
Seres insonsistentes atraviesan los gruesos muros que
       rodean la herida.
La tierra creó mi cuerpo en un acto de silencio.
Y ahora mis facciones se han transformado en un luto de
      dimensiones abisales.
En Coyoacán, Méjico, me pinté a mí misma, al otro lado
      del tiempo donde quiebra el desconsuelo y la memoria.”
(página 37)

Materia y memoria

I

“He vuelto al mismo lugar del que partimos. Delante de mí hay una puerta sobre la que destacan unas letras rojas. «Santuario». Luego  aparece Frida con un hacha y rompe los cerrojos de la habitación donde nos habían encerrado. Frida se refugia como un animal herido debajo del objeto-cuerpo. Yo miro por la ventana y veo aparecer un lobo que enseña los dientes y avanza hacia donde estamos.

II

Quien habla es el lenguaje inventando superficies y contornos. Sin embargo, la memoria perteneces al fondo último de las cosas. Su latido originario abre y cierra cicatrices, y nos obliga a encadenar nuestras palabras al monstruo voraz del tiempo.

III

La materia extiende sus raíces como una cartografía del interior del poema. Su herida en movimiento crea arrecifes  y huracanes. Mi cuerpo está vacío de emociones, y aún así, noto en mi pulso un temblor lleno de escamas.”
(páginas 62-63)

…..

Recuerdo de la herida abierta

“Bajo la atenta mirada de guerreros aztecas,
la noche guarda una herida de alacranes
en el recinto cerrado del miedo.
Dios ha abierto sus alas tentadoras
y nos conmina a entrar en el territorio de los vivos.
Dentro del corazón del presente fermentan los cuervos
      amarillos del pecado.
Dios ha abandonado sus dominios.
Y tal vez algún día seamos perdonados por ello.”
(página 75)

"LOS AÑOS LIGEROS. CRÓNICAS DE LOS CAZALET" Y "LOS MILAGROS PROHIBIDOS", NOVEDADES DE SIRUELA

$
0
0


   Ediciones Siruela, el sello editor que fundó en 1982 Jacobo Fitz-James Stuart con el objetico prioritario de dar a conocer traducciones  al español de obras modernas de la literatura universal y las joyas olvidadas de la literatura medieval europea, sigue poniendo en las manos lectoras numerosos títulos en sus numerosas colecciones y nos suele proveer de buena literatura. La calidad de algunas de sus novedades de las últimas semanas es una inexcusable exigencia para aproximarnos, en una primera visual, solamente informativa y elaborada primordialmente en base de las presentaciones que hace la misma la misma casa editora. Más tarde retomaré estos dos títulos de la colección “Nuevos Tiempos” para ofrecer una valoración crítica personal.
   La entidad de los dos títulos y de sus autores -Elizabeth Jane Howard y Alexis Ravelo- se hace merecedora de este comentario informativo.

Los años ligeros
Crónica de los Cazalet
Elizabeth Jane Howard
Traducción de Celia Montolíu
Ediciones Siruela, Madrid, 2017, 431 páginas.

La autora:

   Elizabeth Jane Howard (Londres, 1923-Suffolk, 2014), fue una mujer polifacética, actriz y modelo, antes de convertirse en escritora. Estuvo casada con Kingsley Amis. Escribió quince novelas que recibieron una extraordinaria acogida de público y crítica.En 1951 publicó su primera novela. The beautiful visit, que se hizo con el Premio John Llewllyn Rhys. Los cinco volúmenes de Crónica de los Cazalet, su obra más conocida, convertidos ya en un hito inexcusable dentro de las letras inglesas, fueron adaptados con gran éxito a la televisión y a la radio por la BBC. En el año 2002, su autora fue nombrada Comandante de la Orden del Imperio Británico.

 Sinópsis de la novela:

   “El de 1937 y el de 1938. Dos veranos inolvidables, a salvo bajo la dorada luz de Sussex, donde los días se consumen en una sucesión de juegos infantiles y pícnics en la playa. Tres generaciones de la acomodada familia Cazalet reunidas en su finca natal. Los quehaceres de dos abuelos, cuatro hijos, nueve nietos, innumerables parientes políticos, criados y animales domésticos que abarcan desde lo cotidiano hasta lo más trascendental: el chófer conduce demasiado despacio, los niños rescatan a su gato de lo alto de un árbol, los adultos hablan de la amenaza de una nueva guerra, y los sueños y pasiones que acechan bajo su charla ligera apenas opacan la indolente rutina de los últimos años felices que en mucho tiempo conocerá Inglaterra.
Cuando en 1990 Elizabeth Jane Howard publicó la primera novela de lasCrónicas de los Cazalet, puso la piedra de toque de lo que se convertiría en un inmediato clásico contemporáneo y en la novela-río más importante escrita en Gran Bretaña desde Una danza para la música del tiempo de Anthony Powell. En Los años ligeros, la autora perfila con exquisitez la geografía íntima de una familia y de un modo de vida que, irremisiblemente, pertenecían ya al mundo de ayer.
   LasCrónicas de los Cazalet es el último gran clásico de la novela inglesa del siglo XX. Embarcarnos en la lectura de esta saga implica iniciar un viaje en el tiempo del que es difícil apearse sin conocer nuevas rutas y destino.”

Opiniones sobre la saga:

«Junto con Iris Murdoch, la escritora más importante de su generación». MARTIN AMIS
 
«Tan distinguida, elegante y refinada como sus incontables admiradores podrían esperar».  JULIAN BARNES

«Una deslumbrante reconstrucción histórica».  PENELOPE FITZGERALD

«Una de esas escritoras que demuestran para qué sirve la novela, abriendo nuestros ojos y nuestros corazones».  HILARY MANTEL

«Con el tiempo sus Crónicas, como las de Trollope, se leerán como clásicos sobre la vida en Inglaterra».  SYBILLE BEDFORD


Los milagros prohibidos
Alexis Ravelo
Ediciones Siruela, Madrid, 2017, 330 páginas

El autor:

   Alexis Ravelo (Las Palmas de Gran Canaria, 1971) cursó estudios de Filosofía Pura y asistió a talleres creativos impartidos por Mario Merlino, Augusto Monterroso y Alfredo Bryce Echenique. Dramaturgo, autor de tres libros de relatos y de varios libros infantiles y juveniles, ha logrado hacerse un hueco en el panorama narrativo actual con sus novelas negras, que han merecido diversos reconocimientos, entre ellos el prestigioso Premio Hammett a la mejor novela negra porLa estrategia del pequinés. En Siruela ha publicado La otra vida de Ned Blackbird.

 Sinópsis de la novela:

   “Un duelo entre dos hombres, un triángulo amoroso, una novela sobre la memoria histórica y el compromiso personal.
Uno de los episodios más desconocidos de la Guerra Civil española: la Semana Roja de La Palma.
Tan emocionante como El lápiz del carpintero y tan veraz como Luna de lobos, la nueva novela de Alexis Ravelo nos sumerge en uno de los episodios más desconocidos de la Guerra Civil española.
   Agustín Santos vaga por los montes de La Palma con un revólver que no quiere usar. Entre sus perseguidores se cuenta Floro el Hurón, pretendiente rechazado por la mujer de Agustín, que tiene la oportunidad perfecta para deshacerse de su rival. Mientras tanto, en la capital de la isla, Emilia mantiene a duras penas la esperanza de que su marido logre ponerse a salvo, cada vez más convencida de que solo un milagro podría hacer realidad algo semejante. Pero en el invierno de 1936 los fascistas parecen haberlo prohibido todo... hasta los milagros.
   Los milagros prohibidos es la historia de un triángulo amoroso y del duelo desigual entre dos hombres, al mismo tiempo que una honda reflexión sobre la justicia y un sentido homenaje a la memoria de los protagonistas de la Semana Roja de La Palma, un acontecimiento decisivo para el transcurso de la Guerra Civil en las Islas Canarias.”

Francisco Martínez Bouzas

" A CIELO ABIERTO": LA AVIACIÓN EN LAS VENAS

$
0
0



A cielo abierto
Antonio Iturbe
Editorial Seix Barral, Barcelona, 2017, 622 páginas.

   El autor de A cielo abierto, Antonio Iturbe (Zaragoza, 1967) está marcado como escritor por el éxito de sus tres novelas publicadas hasta ahora; y de forma muy especial, por la obra La bibliotecaria de Auschwitz (2012), traducida a varias lenguas y publicada en once países. La novela que ahora nos ofrece en Seix Barral, ganadora del Premio Biblioteca Breve 2017, está así mismo moldeada  por la irrupción sin cortapisas de la realidad en la ficción que, en buena medida, está ampliando el concepto de novela, hasta desembocar en lo que se conoce como novela-verdad. Se suma así Antonio Iturbe a la tendencia de la narrativa contemporánea de convertir  a personas reales en personajes de ficción: escritores, mujeres u hombres con intereses intelectuales, o simplemente con un relieve importante en alguna de las facetas de la actividad humana. Philip Roth, J.M Coetzee, Saul Bellow, Elena Poniatowska, Julian Barnes, Raymond Carver, Günther Grass, Emmanuel Carrère, Annie Ernaux o Delphine de Vigan, entre otros muchos, forman parte de esta tendencia de amalgamar realidad y fabulación.
   Y, en efecto, ese “periodista ubicuo” y escritor en sus momentos libres, ha tejido una novela apasionante basada en hechos y con personajes igualmente reales, ya que asume la realidad histórica como materia prima. Al lector le corresponde la tarea de diferenciar la realidad del cemento de la fabulación, puesto que la propuesta narrativa que es A cielo abierto ofrece un ejercicio compositivo que bebe de ambas. “Es obvio, responde el autor en alguna entrevista, que no es una biografía porque he trabajado con los elementos de la ficción, se trata más bien  de una ensoñación… una proyección  imaginativa de hechos reales.”
   El resultado es una novela intensamente épica, exultante y a la vez dolorosamente humana, trágica y quizás excesiva, sobre la pasión de volar, porque volar, como escribió el poeta Rafael Pérez Estrada, es en efecto el resultado de una intensa pasión, jamás de una práctica. Una pasión que arrebató hasta extremos difícilmente imaginables a los tres grandes protagonistas de A cielo abierto: Antoine de Saint-Exupéry, Jean Mermoz y Henri Guillaumet. Un merecido homenaje a la contumacia de tres hombres que, desde los años veinte hasta los cuarenta, se jugaron el pellejo en sus cacharros voladores, preocupados no por la muerte sino por la vida y porque el correo llegase en el menor tiempo posible a las manos de sus destinatarios.
   La novela echa a andar en 1923 con el alférez Tonio (Antoine de Saint-Exupéry), un aristócrata de provincia pobre de solemnidad, arriesgándose en un vuelo sobre París. En el aterrizaje, tras mil piruetas que hace sobre todo para una persona, Louise de Vilmorin (Loulou), que ha secuestrado sus pensamientos, el avión vuelca y su cuerpo resulta malherido. A través de sus hermanos, que lo consideran un condenado a muerte, la prometida le hace llegar  una inexorable disyuntiva: si quiere continuar con su compromiso, debe dejar la manía absurda de volar, de ser aviador, un oficio de descerebrados. Y en la cama del hospital, opta por el amor de Loulou, renunciando a la vocación de surcar los cielos. Será por poco tiempo, porque Loulou rompe el compromiso, sin otras razones que no sean su frivolidad, dejando a Tonio como un sapo entre albaranes y tedio, con un teatro vacío en el estómago.
   En secuencias paralelas y alternas, la narración presenta a los otros dos actantes principales: Jean Mermoz y Henri Guillaumet. La pasión de pilotar les impulsa a hacer el servicio militar en la aviación. Tras dejar el ejército, los tres son aceptados en la aviación comercial, en Latécoère que se transformará con el paso del tiempo  en Aeropostale y más tarde en Air France.
   La novela desgrana con minuciosidad las inimaginables proezas de los tres grandes amigos en España, Siria, África y América del Sur, como carteros del aire. Tres mitos de la aviación civil y un gran escritor, pilotos acostumbrados a aterrizajes forzosos en cualquier lugar, en el desierto o en una minúscula planicie helada entre las cumbres andinas, pilotos que hacen posible la “imposibilidad” de los vuelos nocturnos, los primeros vuelos de correo transoceánico, que no piden honores sino aviones para ir más lejos, que vivieron cada año como si fueran diez, vencieron sus miedos, llegaron a lugares insólitos, se sacrificaron  -la muerte incluida en el caso de Mermoz-, lucharon desde el aire contra el nazismo, también hasta la muerte (Tonio Y Guillaumet). Y llegado el momento de la definitiva partida, Tonio cae suavemente entre las olas del Mediterraneo “como cae la hoja de un árbol” (página, 617).
   
                                         
Antoine de Saint-Exupéry


    Por una vez no le haré caso al borgiano Pierre Menard: censurar y alabar son operaciones que nada tienen que ver con la crítica. Y lo hago dejando constancia de las razones para leer esta novela fascinante, de más de seiscientas páginas:
- Antonio Iturbe caracteriza con gran profundidad psicológica a los personajes principales: Mermoz un hombre dotado de gran magnetismo, un mujeriego, indisciplinado, aunque muy concentrado en sus trabajo y en las olimpiadas sexuales de los fines de semana.  Guillaumet, prudente, pero igualmente obsesionado por llevar siempre el correo a su destino. Antoine de Saint-Exupéry, un idealista lleno de recovecos, que ama al amor, necesita ser amado, pero es incapaz de amar de una forma constante. Son igualmente reseñables los trazos con los que diseña el autor a algunos personajes secundarios: esposas y amantes y especialmente al director de operaciones, Didier Dourat, implacable en sus decisiones, pero profundamente justo.
- El perfecto cosido de realidad y fabulación: un relato de aventuras reales, concentrado en los pioneros del correo aéreo, una narración psicológica, y las historias de amor que formaron parte de la aventura vital de los tres pilotos. Es por ellos, A cielo abierto un libro de amores intensos, farsas, caos espantoso, absurdos raids de infidelidades.
- Libro teñido de un fondo idealismo y de exaltación del deber: la importancia de llevar el correo a todas las partes del mundo. Mas novela igualmente de derrotas, dolorosas derrotas soportadas, por ejemplo, cuando Tonio es aceptado en Air France, pero no como piloto, sino como relaciones públicas.
- La intensidad épica con la que el escritor narra las luchas por la supervivencia, lidiando contra  el calor, el frío y el hambre más allá de lo que el ser humano puede resistir. O la épica también de los mecánicos que pelean, sin apenas tiempo, contra la tuerca que se resiste. Una épica conjugada harmoniosamente con la tonalidad altamente melancólica cuando se nos transmite la grisura afectiva de Tonio o su aburrimiento como contable o vendedor de camiones, después de que la mujer de sus sueños y por la que había renunciado a volar, lo dejara en la estacada.
- La adecuada proporción de metaliteratura que se entreteje en el relato de las experiencias de vuelo y vivencias de Tonio y sus obsesiones en búsqueda de una escritura perfeccionista, especialmente en la composición de su primera novela Correo Sur o El principito.
- La alta tensión narrativa con la que avanza la trama, sin desfallecer, aunque algunos capítulos son prescindibles. Un estilo de prosa elaborado, con hallazgo de metáforas sorprendentes por su originalidad.
- La recreación de ambientes y la captación del espíritu de una época confusa y compleja en el terreno de las ideas y de la política, pero de grandes innovaciones técnicas.
   La ambición y el aliento que insuflan una novela de más de seiscientas páginas,  que nunca decae, solo es posible mediante una orquestación estructural que va más allá del relato lineal, y un trabajo de esmerilado de cada una de las secuencias. Un reto que afrontó de forma exitosa Antonio Iturbe, lo que acrecienta sus credenciales de narrador muy solvente.

Francisco Martínez Bouzas

                                                 
Antonio Iturbe
   

Fragmentos

“Con Berezovsky detrás pilotando y él delante, despegan del suelo. Por fin. Allá abajo quedan el cuartel de Istres y su ejército de barrenderos, el odio sucio de Pelletier, la rutina insoportable… Desde el momento en que se alzan y Mermoz siente las olas del viento romperle en el rostro, sabe que es allí donde quiere estar: más alto, más libre. Le han dicho que es difícil aprobar el examen, que apenas un tercio lo logra, si es que llega con vida. Pero él cree ciegamente que será piloto. El instructor da pocas indicaciones, apenas habla. Hay una que repite a cada poco levantando la voz por encima del ruido ensordecedor de la máquina:
-Escucha el motor.
-¡Ya lo oigo!
-¡No te he dicho que lo oigas, sino que lo escuches!
Mermoz se impacienta y, pese a la diferencia de rango, responde de manera destemplada.
-Pero ¿qué he de escuchar?
Otro superior le habría amonestado por su insolencia. Berezovsky tan sólo alza las cejas con incredulidad.
-¡La música!”

…..


“Todos creen que Daurat jamás vacila. Él cultiva ese mito. Deben creerlo porque los hombres siempre necesitan creer en algo que esté por encima de ellos. Daurat piensa en los pilotos muertos, en los que morirán. Mira su imagen en el vidrio y se pregunta: ¿Vale la pena?
Un Daurat más difuminado no le responde.
No sabe si vale arriesgar la vida de esos chicos para llevar el mensaje de las cartas a todas partes del mundo, pero sabe que el sacrificio, el esfuerzo y la entrega los hace mejores. Piensa en ellos como en la pasta blanda y sin substancia que sale de la amasadora. Sólo cuando se introduce en el horno y sufre su calor abrasador se convierte en pan. La masa pegajosa no sirve de nada, el pan salva a la humanidad entera.”

…..

“Con el rabillo del ojo ve una mancha oscura en el cielo a su izquierda y el corazón se le acelera. La mancha aminora. Lo ha visto. Vira para ponerse a su estela. Viene por él. Es un Messerschmitt alemán.
No tiene donde guarecerse, el avión alemán está demasiado cerca. No puede verlo pero lo sabe, lo siente acercarse por detrás, agigantarse. No hay escapatoria, no puede saltar en paracaídas sobre el mar.
Siente una barra de hielo en la espalda. El miedo lo paraliza. Su primera intención es dar gas a fondo y tratar de dejarlo atrás, aunque sabe que ya no hay margen. Ya no. El avión alemán está demasiado cerca, viene  a mucha velocidad. Podría intentar hacer toneles y dar guiñadas en el aire a la desesperada, pero decide que no. No quiere ser cazado como un ratón que huye despavorido. Si ese ha de ser el final de la función, lo acepta. Si ha de caer el telón, que caiga. (…)
El piloto alemán lo tiene casi a tiro. Coloca el dedo sobre el percutor del cañón MG de veinte milímetros.
En ese momento último, se le aparece la imagen de Loulou. Su pelo rojo, su carne blanca, sus ojos verdes. Y entonces tiene una revelación. ¡Durante toda su vida ha estado equivocado!¡Ahora ve el error! Siempre creyó que lo más importante era ser amado…, pero se da cuenta en ese instante crucial de que lo más importante es amar. El amor que ha sentido por Loulou ha iluminado su vida. ¡Cómo va a odiarla! Nunca la ha odiado por mucho que fingiera hacerlo, la ha adorado y la sigue adorando. Tanto buscar el amor tan afanosamente por todas partes y lo tenía en la palma de la mano, porque el amor que nos salva no es el que pedimos, sino el que damos. El farolero lo sabía: el regalo no es la luz, es encender los faroles.
Tonio oye el motor del caza alemán. Está a tiro de su ametralladora. Lo sabe. Siente el culebreo de la serpiente oscura en su espalda preparada para morderlo con su veneno. Es su destino. Suelta los mandos y sonríe con una paz que no recuerda desde las noches de la niñez en que su madre venía a la cama a arroparlo. Ha llegado el momento de partir.
Un relámpago amarillo.
No gritó.
Cayó suavemente como cae la hoja del árbol
El comandante De Saint-Exupéry no regresó ese mediodía del 31 de julio de 1944 a la base de Bastia, como estaba previsto. Nunca regresó. Su cuerpo nunca ha sido hallado.”

(Antonio Iturbe, A cielo abierto, páginas 44-45, 204, 616-617)

"ESQUINA DE MUNDO" Y "UN HOMBRE SUEÑA" DOS NOVEDADES DE BAILE DEL SOL EDICIONES

$
0
0



  La tinerfeña Baile del Sol es otro sello editor que, en sus cerca de veinte colecciones y desde la periferia, pone en manos de los lectores buena literatura y estimulantes libros de ensayo e  investigación. Baile del Sol Ediciones es un sello independiente creado hace cinco años que se distingue por el rigor y la excelente presentación de sus productos editoriales.
   Son sumamente reveladoras las líneas con las que se autodefine Baile del Sol: “En este camino, hemos abierto un SITIO de FUEGO para que muchos pudieran convertir el deseo en realidad. Hemos buscado TEXTOS del DESORDEN, cercanos a nuestro espíritu inquieto. Hemos puesto NARRATIVA a nuestro pensamiento. Hemos dado acomodo a la POESÍA. Hemos curioseado DANDO PATA. Hemos traducido a clásicos, a contemporáneos, a escritores del norte, del sur, DELESTE, y ahora, estamos con ÁFRICA, nuestra casa.
Somos dos. ¿Somos dos?, no. Somos más de quinientos.”
   La calidad y la variedad de las publicaciones que nos ofrece Baile del Sol, es un buen motivo para acercarnos, en una primera visual, únicamente informativa a dos de las novedades de la editora canaria, puestas hace muy poco en los andeles en las estanterías de las librerías. Sobre ellas volveré con una valoración crítica personal.

Francisco Martínez Bouzas



Esquina de mundo
Óscar Sotillos
Baile del Sol Ediciones, colección “Dando Pata”, Tenerife,, 2017, 145 páginas.

El autor:

   Óscar Sotillos nació en Barcelona en 1973. Disperso por naturaleza, ha publicado prosa, poesía y poesía visual. La paternidad le ha abierto nuevos ojos con los que se reafirma en la máxima de Nicanor Parra: todo es poesía menos la poesía.
Entre otros ha obtenido el premio de Narrativa Juvenil de la Diputación de Córdoba (2015) por la novela Medianoche en el campanario, y el de poesía visual Juan Carlos Eguillor (San Sebastián, 2014) por la obra Equidistancia.
En 2015 condujo el programa de radio y poesía SPAM: Sobren Paraules Mortes (Punt 7 Ràdio) y ha convocado la propuesta de poesía visual y arte por correo con el mismo nombre.
Actualmente colabora en el programa de radio y poesía Distàncies y coordina la celebración de recitales poéticos en sant Celoni, localidad en la que reside.
Esquina de mundo es su sexto libro. Con la editorial Baile del Sol ha publicado La fruta del tiempo (Tenerife, 2008) y el libro de relatos María Triste y el cuentacuentos (Tenerife, 1999). En abril de 2010 su novela La orilla de las palabras ganó el primer premio de novela “Encina de Plata”. En 2014 vio a la luz la miscelánea de poesía y narrativa breve El púgil sin sombra y recientemente ha publicado el cuaderno de poesía visual Quiromancias.

Esquina de mundo:


  "Una historia no se levanta de la nada. Las leyendas son precedidas por los mitos, y todavía antes existen palabras que jamás se pusieron por escrito.  La muerte de un río en el mar es la desembocadura de una historia que se funde con todas las demás. El destino de un camino no es llegar, sino poblarse de pasos y palabras.
   Los pasos de Óscar Sotillos comenzaron en los aledaños de Tiermes, ruinas de una ciudad celtíbera ubicada en la provincia de Soria. En él se forjaron sus pupilas y ha llevado esa esquina de mundo en su mirada. ¿Qué tienen en común la estepa de Mongolia con el páramo castellano? ¿O una anciana basari del Senegal con una abuela de Soria? Una trenza de palabras, la voz de la tierra. Un libro modélico de narrativa de viajes."


Un hombre sueña
Alicia Andrés Ramos
Baile del Sol Ediciones, Tenerife, 2017, “Colección Teatro, 76 páginas.

La autora:

  Alicia Andrés Ramos es Natural de Avilés (1977). Es licenciada enPeriodismo por la Universidad Complutense de Madrid, profesión que ha ejercido especializándose en el género de la crónica cultural en medios como el diario asturiano La Nueva España o en las revistas Escenarios, La Linterna y Showpress. En 2014 publicó la colección de relatos Melancolía y otros pájaros (Editorial LCK15), libro con el que fue finalista del premio Ciudad de Coria 2013. En teatro ha publicado Un hombre sueña  (Tenerife, 2017). Sus narraciones breves han visto la luz en antologías como Trenta cuentos (Editorial Casabierta) o Eurostars relatos. Ha recibido, entre otros, lo spremios: Rafael Guerrero y un accésit del José Moreno Arenas, ambos de teatro breve; Glosas para el Distercio, de microrelato; Berta Piñán, Manuel Siurot, Ciudad de Torremolinos y Eurostars, de narrativa breve. Actualmente alterna su actividad literaria con la periodística participando en conferencias, talleres y debates.

Un hombre sueña:

 "El sueño como último reducto de libertad, doble hilo del relato de nuestros días. Bajo esta premisa, Un hombre sueña invita al lector a unirse a la pequeña comparsa que irrumpe en el sueño lúcido de la última noche de un condenado a muerte. Consciente de que ese es el último viaje al territorio de lo onírico, el Soñador recorre los paisajes de su primera infancia y juventud, despidiéndose de todo lo amado. En esta geografía de la bruma le aguardan su madre, su maestro, su compañero de armas, los espíritus de la tierra, su amante. Siluetas vagamente dibujadas a partir del recuerdo de un hombre que sueña, febril, desde la prisiónde la vigilia. ¿Es posible esconderse de la muerte en la espesura de un sueño? Sin más futuro que el desplegado por la memoria durante esta última noche, el Soñador se interrogará acerca del sentido de todo lo vivido, los tesoros entregados, su lazo congénito a la tierra. Únicamente tratará de burlar el tiro de gracia de la muerte: el olvido."

LA FELICIDAD DEL MONSTRUO PEDERASTA

$
0
0


El monstruo pentápodo
Liliana Blum
Tusquets  Editores México, Ciudad de México, 2017, 237 páginas.

   No obstante su juventud, Liliana Blum (Durango, 1974), ha frecuentado con asiduidad  y éxito la narrativa, tanto en el formato corto con siete libros de cuentos de su autoría, varios de ellos recogidos en antologías, como en el de largoaliento. Es autora de la novela Pandora(2015) y de El monstruo  pentápodo, las dos editadas por Tusquets México. El título de esta última es un préstamo, tal como la autora señala en la frase epigráfica que inaugura la novela, de Lolita  de Vladimir Nabokov (“Yo era un monstruo pentápodo, pero te quería”) y con la que se describe  a uno de los más célebres pedófilos de la literatura, Humbert Humbert, si bien el protagonista de la novela de Liliana Blum, Raymundo Betancourt, supera con creces el sórdido enloquecimiento del obsesivo amante de la ninfa de doce años de Nabokov; y nos remite a la amplísima nómina de monstruos depredadores sexuales de la vida real. En ambas piezas ficcionales, Liliana Blum agasaja al lector con algo que forma parte de sus genes como escritora; deseos oscuros, decisiones que se fraguan entre dilemas, conflictos, porque sin eso no habría novela.
   El monstruo pentápodo es una pieza narrativa cuyo núcleo temático es la pedofilia y el secuestro. Pederastia por consiguiente. Pedofilia no en el interior de la familia -es la más frecuente-, sino llevada a cabo por un personaje ajeno al ambiente familiar, Raymundo Betancourt, aparentemente un hombre inofensivo, amable, un profesional responsable y solidario con el bienestar de su comunidad. Por afuera, la antítesis del monstruo, pero monstruo al fin y al cabo disfrazado con piel de cordero. Es un pederasta activo y, aunque se esfuerza en resistir a sus deseos e impulsos, ya ha cedido alguna vez con fatales consecuencias para su víctima.
   Ahora tiene la cigarra dormida, pero el acecho en un colegio de niñas en Durango le permite descubrir a Ella, una niña de cinco años. Y se encapricha: su cuerpo y su alma convergen en Ella mientras mastica chicles de canela. Pero esta vez no quiere cometer los errores que lo obligaron a matar a la niña Norma. Por eso prepara convenientemente el sótano de su casa, construye en él un pequeño cubículo adornado con motivos infantiles y enamora a Aimeé, vigilante de la Academia de natación, una enana de treinta y siete años que suspira porque una voz masculina le dirija la palabra. Ella será la herramienta imprescindible para el éxito de los planes de Raymundo. E Isidro, su perro, actuará como carnaza para atraer a Cinthia. Descubre que así se llama Ella.
   Su plan funciona a la perfección. Una vez secuestrada la niña, el pedófilo pederasta transforma sus días en noches pavorosas. Y el camaleón con capacidad para parecer un hombre normal vejará repetidamente a la niña que se agazapa contra la pared cada vez que Raymundo se introduce en el sótano. Todo concluirá con la crueldad más absoluta: sin que Cinthia se hubiera dado cuenta le había hecho firmar un contrato de esclavitud sexual, cuyos términos le hace repetir mientras la penetra con su pene y rompe el frágil cuerpo de una niña de apenas seis años. Un final inesperado y desgarrador clausura esta espeluznante novela de Liliana Blum que nos hiela la sangre, a la vez que nos impide dejar de leerla.
   La novela es un aterrador retrato, poblado por pocas figuras, de la maldad humana, del sapiens-demensque hace cientos de miles de años bajó de los árboles. La naturaleza humana es más oscura que la reflejada en la visión optimista que nos transmite cierta antropología. Es preciso ligar al hombre razonable (sapiens) con el hombre neurótico, erótico, úbrico, destructor (demens). Esta novela, la tradición literaria que la precede y los innumerables casos de niñas y de niños esclavizados sexualmente todos los días o simplemente violados en el ámbito familiar, en colegios o en centros religiosos, nos remite a aquel “O Ridicolissime héroe” de la definición pascaliana del ser humano. La ubris, la desmesura, la neurosis de la especie alcanzan un aterrador reflejo en las secuencias de esta novela.
   Sin embargo, el planteamiento diegético de Liliana Blum es sumamente sencillo: hilvana con maestría una historia y fuerza al lector a sacar sus conclusiones. Mas si algo le interesa a una de las grandes escritoras mexicanas de novela negra de nuestros días es transmitirnos las motivaciones, los deseos, las urgencias que desencadenan los mecanismos que impulsan  a los personajes a hacer lo que hacen. Y para ello es altamente eficaz su estrategia narrativa: en paralelo, la novela alterna secuencias con los diarios y cartas que Aimeé escribe desde la cárcel, con el relato en tercera persona de los hechos objetivos y los componentes subjetivos de los principales protagonistas.
   Se introduce con acuidad en la psicología depredadora del psicópata pedófilo con piel de ángel. Lo que hace feliz a Raymundo Betancourt no es la satisfacción puntual por haber poseído el objeto del deseo -la anulación de una tensión-, sino la seguridad de poder tenerlo siempre a su mano. Saber que en el momento que quiera, podrá poseer de nuevo a la infantil criatura. A eso se añade la ansiedad agridulce de saber que cada día podía ser descubierto.
   La enana Aimeé es un ser extremadamente vulnerable. Consciente de que su acondroplasia la arrinconará del amor y del deseo de un hombre normal, cae atrapada ante la primera palabra amable que le dirige Raymundo. Desde la cárcel, cuidando a la niña que ha tenido con él, rememora sus días de enamoramiento. Percibe que sólo fue una herramienta para los planes del depredador y confiesa que no pudo evitar unos espantosos celos cuando este se acercaba a Cinthia, pero le importaba más que “su novio” no la dejara que el horrible calvario que estaba soportando la niña.
   En cuanto a la víctima, la novela muestra con crudo realismo el terror que corre por sus venas que la petrifican, le provocan espasmos en sus extremidades, más dolorosos que el cuchillo que la desgarra entre las piernas.
   Susana, la madre de la niña, es una mujer divorciada y, después de meses desde el secuestro, está atascada en la desolación. En ella, sin embargo, personaliza la escritora el culpable descuido de tantos padres y madres que, en los parques o en los supermercados, pierden de vista a sus hijos indefensos, distraídos en frívolas chácharas o absortos con las teclas de los celulares, la pestosa adicción de nuestros días.
   Quizás llame la atención el hecho de que, una vez más, Liliana Blum le otorgue un gran protagonismo a una mujer enana. Ya lo había hecho con la vendedora de cosméticos de uno de sus cuentos; y en su primera novela, Pandora, la coprotagonista es otra mujer sumergida en una inmensa gordura. Es un nuevo acierto de la novela. La autora juega con la dualidad semántica del concepto “monstruo”. Los enanos siguen siendo freaks, seres monstruosos que no pueden ocultarse, inofensivos generalmente. Pero a nuestro lado, conviven los verdaderos monstruos que “circulan entre nosotros con un disfraz de normalidad escalofriante que engaña a todos”.
   Liliana Blum narra la historia con un veraz realismo que no rehúye las dosis precisas de crueldad -por ejemplo el relato de la violación final- para hacer creíble lo que cuenta. Pero su estética del horror jamás cae en la chabacanería o en el mal gusto. Escribe con un estilo cuidado capaz de transformar el relato de lo más sórdido y espeluznante en literatura, es decir, en una pieza artística.

Francisco Martínez Bouzas

                                                 
Liliana Blum

Fragmentos

“Pero ese día Raymundo varió su método por primera vez en años. Se estacionó a unas cuatro cuadras del colegio y caminó hasta allá como si nada. Ya muchas madres bloqueaban la calle estacionadas en doble fila, y una cantidad considerable de tutores autorizados para recoger a los niños (abuelos y choferes de transporte escolar compartido) se apiñaban contra la reja principal. La campana de salida sonó al fin. Un minuto más tarde, las niñas comenzaron a brotar por las puertas de los salones, inundando los pasillos. Pensó en un programa de televisión en el que las termitas fluían iracundas al ver derribados sus termiteros. Las más pequeñas fueron las primeras en llegar hasta los barrotes para formarse en grupos amorfos, buscando con la vista a quien venía por ellas. Raymundo esperó. No le gustaban demasiado jóvenes: aún eran cabezonas y de extremidades gruesas y suaves, Como si no terminaran de superar la etapa de bebés. Larvas. No estaban listas todavía. Tampoco le apetecían las entradas en la pubertad.  Les empezaba a cambiar el contorno del cuerpo y no existía nada más repugnante que esos pezones con forma de cono que se levantaban debajo de sus blusas. Su tipo eran las niñas delgadas, atléticas, de facciones finas, ni muy blancas ni muy morenas. Las prefería en el rango de los cinco a los nueve años: niñas auténticas, no bebés grandes ni mujercitas en proceso.”

…..

“La verdad es que durante los últimos días en casa de de Raymundo mi vida empezó a desmoronarse. Cada día era más difícil  sobrellevar esa dualidad: estar enamorada de él y saber lo que hacía con la niña. El tener que compartirlo a él y, a la vez, ayudarlo a cuidarla. Me resistía por igual a tenerle lástima y celos a esa criatura. La confusión interna me estaba destrozando. Si llegaba a salir a la calle, todo me parecía incorrecto, fuera de lugar. La gente con sus malas caras, gordos deformes, un tráfico agresivo, sin tregua. Los edificios escarapelados y con grafitis, los baches de las calles, el polvo, el cielo de un tono lodoso y sucio. El hedor a orines de las paredes, la mierda de los perros sobre la banqueta, la basura acumulada en las calderas. La fealdad me rodeaba. Seguramente había partes de la ciudad que no eran así, pero yo sólo me fijaba en lo horrible. El mundo era un espejo en el que se reflejaba el interior de mi mente, lo que yo sabía que sucedía en mis propias narices y trataba de negar la mayor parte del tiempo.”

…..

“Mi novio, el amor de mi vida, era un pedófilo que tenía a una niña secuestrada en el sótano de la casa donde yo vivía con él. Ahora que hay cosas tan espeluznantes que no se pueden comprender en el momento en que suceden. Hay otras que ni siquiera se pueden concebir. Cuando pasa el tiempo, cuando quedan cenizas y todos se han ido, una se da cuenta de lo que sucedió en realidad.
Quizás eso significa«tocar fondo»: el mundo cambia a tal punto que ya no se puede volver a lo que era. Me avergüenza decir que en mi caso no fue porque quise hacer lo correcto, sino porque el más puro egoísmo me llevó  a actuar. No puedo olvidar esa tarde: yo comía galletas y navegaba en la red en busca de noticias sobre nuestro caso. Me incluía porque estaba al tanto de que había participado como cómplice. Era nuestro caso. Todos los días peinaba los sitios de noticias en busca de… ¿qué esperaba encontrar? ¿Qué la policía tenía una pista? ¿Qué había sospechosos?
Me era imposible no revisar las noticias. Con el transcurso de los meses, al parecer, la madre perdió las esperanzas, y la policía, que si acaso por la presión de los medios hizo algo al principio, terminó por abandonar la investigación. Si es que alguna vez la iniciaron, claro. A falta de cadáver, se manejaba la teoría de que la niña fue llevada al extranjero. Estaba ya en la lista de alertas de la Interpol.”

…..

“Raymundo tendió  a Cinthia sobre el suelo. Ella giró la cabeza para poder respirar y la mano de él se posó con fuerza sobre su cuello. Podría romperlo si quisiera, o si ella lo obligaba. No tenía que ponerle palabras a esta idea: estaba seguro de que ella también lo entendía así. La sangre fluyendo por la aorta infantil palpitaba contra sus dedos. La tibieza de la vida. Literalmente en sus manos.
Con la otra mano movió las piernas desnudas de Cinthia hasta dejarlas en un ángulo de cuarenta y cinco grados. Notó cómo los vellitos de su espalda se erguían. El miedo se parece tanto a la excitación. Para fines prácticos es lo mismo, pensó antes de untar lubrificante entre los pliegues de la vulva y penetrarla despacio. No quería desgarrarla. Eso sería terrible. Contraproducente, sobre todo.
Una vez dentro se quedó quieto. Sentir el cuerpo de ella abrazando el suyo lo excitaba como nada. Hasta entonces se había limitado a penetrarla con los dedos, para irla acondicionando, y a masturbarse al mismo tiempo; o bien la obligaba a que le hiciera una felación. Era la primera vez que introducía su verga en aquel cuerpecito. Había valido la pena esperar: era la mejor sensación del mundo. Extendió la hoja de papel sobre aquella piel que le permitía visualizar los huesos de la columna vertebral.
-Yo voy a leer el contrato y tú vas a repetir lo que yo diga. -Ella permaneció en silencio y él embistió con su cadera hasta que su glande topó con la pared interna. La niña lanzó un chillido y un «sí» cubierto de lágrimas-.  Nos entendemos, muy bien, muy bien. -Carraspeó y se acomodó los lentes tratando de ignorar el ligero calambre en las piernas.
-To, Cinthia López Garnica…
Movimiento de cadera.
Sollozo.
-Yo, Cinthia López Garnica…
-… esclava sexual de Raymundo Betancourt…
Dedos envolviendo el cuello.
Boqueos de pez fuera del agua.”

(Liliana Blum, El monstruo pentápodo, páginas 26-27, 155-156, 157-158, 222-223)

Y LA DEFINITIVA NOCHE SE CERNIÓ SOBRE JUAN GOYTISOLO

$
0
0


   Hoy 4 de junio, anocheció para siempre en la vida de unos de los grandes escritores cervantinos españoles. En el año 2003 se había despedido de la ficción. Y sin embargo, por una vez se hizo justicia y el año 2014 obtuvo el Premio Cervantes, el más importante concedido en España. Hoy, según ha comunicado su agencia literaria, Balcells, dejó de existir a los 86 años. La muerte de su esposa Monique Lange, fallecida en 1996, marcó el punto inflexible de su vejez, y dio lugar a su última pieza ficcional, Telón de boca, cuya reseña me honro en reproducir en memoria del gran escritor barcelonés que había compartido su vida con los inmigrantes del Sentir parisino y con su “tribu”, la familia de Abdelhadi, su pareja durante su homosexualismo latente.

   Juan Gotysolo se fundirá con la tierra del norte de África. Será enterrado en el cementerio civil de Larache, situado al norte de Marruecos. Esa era su decisión que había dejado muy clara desde hace tiempo. Sus restos reposarán junto a los del escritor francés Jean Genet, al que Goytisolo profesó una profunda admiración.

   Goytisolo había descubierto que la libertad se hallaba solo en los libros. Y también se había topado con una inexorable y única certeza: la igualdad de los muertos, pero esa igualdad no la veremos al morir. Reproduzco, como ya he dicho, lo que escribí sobre Telón de boca en diciembre de 2014, la última obra propiamente ficcional del que escritor que, como una premoción, escribió. “Anochecía y él mismo anochecía” (Telón de boca,página 32).





Telón de boca

Juan Goytisolo

El Aleph Editores, Barcelona, 2003, 100 páginas





   Lo prometió y lo cumplió. El Premio Cervantes 2014 anunció en 2003 que Telón de boca sería su última pieza ficcional, sencillamente porque, confesó entonces, no tengo nada más que decir en este terreno. A partir de aquel momento Juan Goytisolo (Barcelona, 1931) se centró en otros géneros. En la poesía y en el ensayo literario: en el estudio, por ejemplo de la figura de Manuel Azaña (El Lucernario: la pasión crítica de Manuel Azaña). Y en la poesía. En 2008 publicó El exiliado de aquí y de allá, que es sin embargo otra cosa: media docena de textos independientes con el mismo personaje que nace en Señas de identidad,se transfigura en Reivindicación del conde don Julian y  en  Makbara, para ocupar finalmente el lugar central en Paisajes después de la batalla. Textos independiente de naturaleza ficcional pero que sin embargo no son islas. Intelectual crítico, Goitysolo sigue siendo uno de los autores españoles más influyentes en el extranjero.

   La obra ficcional de Juan Goitysolo atraviesa toda la segunda mitad del siglo XX. Sun inicios explosivos en la década de los cincuenta pusieron a disposición de los lectores cinco piezas narrativas (Juego de manos, Duelo en el paraíso y los volúmenes de la trilogía El mañana efímer). A inicios de los sesenta, publicaría La isla y Fin de fiestatítulos que clausuran una etapa narrativa. Después de años de reflexión, aparece de nuevo el  escritor fabulador e intelectual, aunque con notables cambios en su  concepción novelística. Si en otras etapas la escritura de Goitysolo pretendía mostrar sobre todo aspectos externos de la realidad, poco a poco sus obsesiones convergen en luchar contra los mitos imperantes de la sociedad patria y en la transformación de la lengua española. Es la época de sus libros más emblemáticos: Señas de identidad, Reivindicaciones del conde don Julián, Juan sin tierra o Makbara, obras que significan una verdadera peregrinación en la búsqueda de las propias raíces, en el sentido de la historia española y en un proceso imparable de racionalización que lo conducirá a romper con sus orígenes, con un pasado cultural  y, por último, con la propia lengua, que progresivamente se va transformando en caracteres árabes en las últimas páginas de Juan sin tierra.

   En 2003, como ya he dicho, el intelectual rebelde ante el franquismo y uno de los pocos supervivientes del espíritu crítico, como lo calificó Günter Grass, se despidió de la literatura de ficción  con este pequeño volumen, un libro extremadamente conciso, en el que nada queda a salvo y que se ciñe ciertamente a lo que dice su título: Telón de boca. El paño que esconde el escenario cuando termina una representación, pone de manifiesto la voluntad del escritor de poner silencio definitivamente a su labor ficcional.

   Telón de boca es una pequeña obra de arte, escrita de forma primorosa y muy concisa, que rezuma intimismo y, sobre todo, pesimismo en cada página. Tres personajes arrastran sus problemas existenciales por los episodios de la novela: una mujer indirectamente evocada (Monique Lange, fallecida en 1996), su viudo y un doble de este, un verdadero demiurgo que le interroga e increpa. En un paréntesis entre “la nada y la nada”, el viejo protagonista, alter ego del propio autor, desde una ciudad “ocrerrosada” -posiblemente Marrakech- nos proyecta una amarga y desolada reflexión sobre la existencia que tiene la seguridad que dejará muy pronto. Desde la frontera de la muerte, realiza un repaso de su vida con extrema clarividencia y con grandes dosis de pesimismo. Su hablar se transforma en un recuerdo de la esposa fallecida y en un reconocimiento del poder cruel de los vivos frente a la indefensión de los muertos. Un espécimen  de demiurgo, apodado “El desalmado” y confirmable su condición en la percepción pesimista de la especie humana, la especie más nociva del universo.

   Únicamente somos poseedores de una certeza: la igualdad de los muertos, pero esa igualdad no la veremos al morir. Novela pues que semeja que el manto de la noche pende sobre todos nosotros que también anochecemos sin darnos cuenta. Un símbolo extraído de Tolstoi y que aparece en el epígrafe, el cardo amputado, con flores ennegrecidas, se convierte en la gran metáfora del desvanecimiento de toda certeza y de la inevitabilidad del destino al que están condenados los descendientes de la Caverna: partir sin haber hallado el sentido de nuestra vida.



Francisco Martínez Bouzas



 
Juan Goytisolo



Fragmentos



“Su destino -el de ella, de él y todos los descendientes de la Caverna- sería el del cardo cuya imagen obsesionaba a Tolstoi, el mismo cardo tenaz que él buscó en las montañas del Cáucaso. Iba en una chatarra de automóvil por el camino enfangado a Shatoi y pudo atisbar, cuesta abajo, los tanques y vehículos calcinados en una emboscada similar a la tendida a los soldados del zar siglo y medio antes. Verificó una vez más la necia reiteración de la historia, su crueldad obtusa. En el valle de Argún había una magnífica variedad de flores. A través del intérprete, preguntó por la planta a uno de los reclutas que les detenía a mendigar cigarrillos. No supo darles respuesta y, aunque siguió escrutando entre retén y retén, no divisó ninguna. El trayecto a las ruinas aún recientes del pueblo le confirmó en su certeza de pertenecer a la especie más dañina del universo. El cardo amputado y sus flores ennegrecidas cobraban el valor de un símbolo. El carro ciego que las tronchó era el que segaba metódicamente sus vidas.”



…..



“Discurría el cariño del sol, con un ejemplar de La sonata en el regazo, cuando irrumpió la voz del que, entre risas, afirmaba ser a la vez creador y creado.

«¿Piensas que puede existir, no ya una mísera tribu, sino una sociedad de las que llamáis modernas o posmodernas sin alguna forma de creencia irracional y fantástica?¿Sin palio blanco, manto de brocado, clámide purpúrea, diadema de oro, cetro pontificio? Los pueblos, vuestros rebaños, no lo soportarían. ¡Mira en lo que fueron a parar las utopías y crisis místicas de tu mentor! Sus compatriotas pretendieron condenarme al olvido pero forjaron en seguida ídolos crueles como yo, aunque contingentes y efímeros: ¡el profeta arrengador de la perilla y el déspota con bigotes de cucaracha! Dime: ¿qué ha sido de ellos? No lograron suplantarme, fueron derribados de sus peanas mientras yo sigo ahí tan fresco, con los hechiceros que bendicen a la soldadesca e inciensan sus matanzas. Las botas aplastan de nuevo el cardo. ¿Merecerían la pena tantos esfuerzos, sacrificios y horrores para volver a la casilla del comienzo? No creas que soy megalómano si sostengo que, malvado o bueno, me necesitáis y no desapareceré  en un futuro probable. Sois una colonia de insectos en la que cada uno tira por su lado y busca el provecho inmediato a costa de los demás. La igualdad fraterna en la que algunos sueñan no pasa de quimera. Sólo tenéis una certeza, pero no queréis mirarla a la cara: es la igualdad de los muertos y, al morir, no serás tú quien la vea.”



…..



“¿Qué esperas?, ¿piensas  que vas a ver siempre los toros desde la barrera y no desde la arena misma?.

Lo peor que te podía ocurrir ha ocurrido ya. Vives sin ella, lejos de ella y apenas si la ves empequeñecida por la distancia. Toma las disposiciones que estimes oportunas para quienes te cuidan y esos niños que te olvidarán, con inocencia cruel, para crecer y multiplicarse. No te aferres a lo que pronto dejarás. Cuanto mayor sea tu desánimo, más fácil te será el tránsito.

Aguza el oído, no te escuches en tu sordera: me pillas en una buena racha y te hablo sin segundas. Nada de lo que te desprendas, la rutina y comodidades de la vejez valen cosa en comparación con lo que te aguarda. Un túnel de luz se ofrecerá a ti por entero. Cruza conmigo las Montañas Blancas y las cimas de Polvo Negro por cuyas hondonadas y desfiladeros se escurre al malvado al que amorosamente instruí y armé (…) Accede a ella y piérdete en su visión. Yo estaré allí para cerrar el paréntesis entre la nada y la nada. Mi voz retumbará en las alturas como en el inverosímil  relato bíblico. Como te dije, o dicen que te dije, al muerto que serás: ¡levántate y anda!”



(Juan Goitysolo, Telón de boca, páginas 29-30, 47-48, 88-89)

EL MAR DE FONDO DE UNA FAMILIA

$
0
0


El ocaso de la familia Portela
Noa Pérez González
Traducción de Belén Poutón
Pulp Books  (un sello de Rinoceronte Editora), Cangas do Morrazo (Pontevedra), 2017, 124 páginas.

   Pulp Books es el sello editorial que en la actualidad más ficción traduce del gallego al español. Libros por lo general de pequeña o mediana extensión que, sin embargo, albergan tramas muy atractivas. Uno de los dos últimos es El ocaso de la familia Portela deNoa PérezGonzález que vio su primera luz en gallego en el año 2015. Con esta pieza ficcional debutaba la autora en el género novelístico. La novela es una pieza ficcional de formato breve que posiblemente no se convertirá en bestseller, pero que puede tener un digno recorrido por las letras españolas, como hace dos años lo tuvo en la narrativa gallega.
   La autora nos sumerge en el mar de fondo de una familia de buena posición social y también de buen patrimonio, que vive en Vigo y en el Bajo Miño. Pinta las interioridades y secretos de esta familia, los Portela, en el periodo que va desde la Guerra Civil hasta los años setenta del pasado siglo. Y, a la vez que realiza esa inmersión, nos deja percibir con gran realismo y verismo los distintos climas humanos y sociales de la época.
   Noa Pérez González le otorga el protagonismo y la voz narradora a una de las primas Portela, Guadalupe, que recuerda el cenit y el ocaso de los Portela, y también su fatalismo. Escribe la crónica familiar para que sus sobrinos, hijos de la prima que se rebeló, sepan que, en el pasado, la familia Portela había venerado un puñado de flechas. Y así mismo para que conste que todos, incluida ella misma, habían sido cobardes. También para revelarles sus calumnias de falsarios. De esta manera, la historia de los Portela se transforma en un verdadero ajuste de cuentas con una familia que puede ser vista como un paradigma de los núcleos familiares tradicionales y poderosos en los años de la dictadura franquista.
   La autora describe con trazos firmes, basándose sobre todo en sus actuaciones, a los distintos miembros de la familia Portela, comenzando por el abuelo Elías, el primer amo del gallinero que fallece debido a una enfermedad de transmisión sexual, contagiado por una viuda experimentada. Al tío Pascual, apodado Santísima Trinidad porque había conseguido tres licenciaturas, tan mujeriego como su padre, pero alejado para siempre del género femenino por obra y gracia de una moza  medio hermana con la que estuvo a punto de cometer incesto. Al tío Francisco, un invertido, un delito repugnante en aquel tiempo, que durante toda su vida estuvo mal casado. Mas el relato se centra de una manera privilegiada en la manzana podre y estigmatizada, la prima Clara María, la única valiente de la familia, y en la vida insípida de la tía Emilia a la que el clan familiar le había cortado las alas, obligándola a alcanzar la asepsia sentimental mediante el olvido.
   En la familia Portela, confiesa la voz narradora, era difícil ser niño, y mucho más ser niña. La educación de las niñas era muy rígida sobre todo con relación a los contactos con el sexo masculino. Fueron algunos de los grilletes que atraparon las adolescencias femeninas porque los Portela forman un clan que rechazaba a los miembros que no siguen las normas del propio clan, impuestas por los más viejos. Y si bien ninguna de las mujeres de la segunda generación quiso emular los comportamientos de la primera, la voz de la protagonista retrata con maestría la perversidad y la hipocresía de las cinco primas Portela: todas ellas se limitan a sonreír cuando era preciso sonreír y a asentir cuando la ocasión lo exigía. Tímidas y recatadas en sociedad, mas verdaderas harpías, siguiendo el ejemplo de los mayores, si las azuzaban contra alguien. Y tal como solía acontecer en aquellos años, las adolescentes Portela habían interiorizado, en buena medida por los sermones torrenciales de un tío cura y las  mojigaterías de  las monjas del colegio, que el cuerpo femenino era pecado. Sin embargo, por las filtraciones de los adultos, las primas sabían de los adulterios, amantes, crímenes pasionales, concubinatos, abortos clandestinos, de los habituales desórdenes en las conductas masculinas o de la existencia de mujeres malas.
   A pesar de su brevedad, la novela reconstruye una buena parte de la memoria histórica en los primeros días de la Guerra Civil en el Bajo Miño: los huidos fusilados, las delaciones y traiciones, la represión brutal que provocó el asesinato de muchas personas; lo mensajes de miedo, el alejamiento de la escuela, por desafecta con el régimen, de la tía Emilia, a la que le aniquilaron la esperanza, pero que fue uno de los pocos miembros de la familia Portela que tuvo alas para volar.
   Acierta la autora con el estilo de la prosa, teñida a veces con tonalidades expresionistas, otras fascinada con resplandores líricos. Anoto en el debe de la novela el hecho de que el relato se extravía en ocasiones en historias secundarias de alguno de los miembros de la familia, por ejemplo, la convivencia de Leonora, amiga de madre de  Guadalupe, con sus dos maridos. Historias que solamente de forma circunstancial tienen algo que ver con el hilo narrativo principal, la crónica de la familia Portela. Una circunstancia, no obstante, que no dificulta la lectura, ni empaña el debut de una nueva narradora en el género novelístico.

Francisco Martínez Bouzas

Noa Pérez González


Fragmentos

“No está de más conocer que a Elías Portela le entraba un apetito descomunal después de hacer el acto amatorio, hasta el punto de que Inés, en sus años al servicio como cocinera en la casa de la calle Soutelo, había decidido cerrar con llave cada noche la puerta de la despensa para ahorrarse disgustos. Y escondía la llave de esta dentro de la artesa, entre la harina. En la calma serena de la noche, después de sentirse, llegados desde el dormitorio del matrimonio, los rugidos concupiscentes del señor, y luego los estertores con los que se ponía fin a estos deleites nocturnos, se oía el crujir  de los pasos del abuelo hacia la cocina. La avidez del abuelo Elías era tal que el muy glotón, pensaba Inés, podría devorar después de aparearse un cerdo entero y sería capaz de de beberse una cuba de vino. Al encontrase con la puerta cerrada, el gigante regresaba bajo las mantas con los pies fríos, provocando los lamentos de la señora Mercedes, que ya entonces padecía de reuma.”

…..

“El propietario del balneario, el actual patrón de aquella casa, los odiaba porque le hacían concebir lúbricos desvaríos con su querida esposa y el difunto marido como protagonistas. Los celos lo habían enloquecido, y ya que estos no atienden ni a las leyes del paso del tiempo ni a las de la muerte, amparado por la más mínima excusa, Mauricio descargaba duros golpes en el lomo de los dos animales, que lo miraban con ojos apesarados, incapaces de comprender su culpa. Para él aquellas criaturas selváticas encarnaban el pecado de la fornicación. Y aquel extraño adulterio de su señora de carnes firmes con una sombra del más allá, forjado por su ardiente invención, lo mantenía siempre en guardia, con los nervios quebrados.
Al contemplar la exótica animalia, cobraban vida en su imaginación provocadoras estampas de su mujer medio denuda en la selva, con las blancas carnes entregadas a las caricias de un par de manos morenas y peludas, que pertenecían sin duda al legitimo esposo, el primero de los dos. Mauricio había visto su rostro en dos pequeños álbumes que Leonora atesoraba en el dormitorio, y que luego él se ocuparía de hacer quemar, con el falso argumento de que las cubiertas de cartón estaban estropeadas por las polillas.”

…..

“La tía Emilia tenía siempre los ojos llorosos, y nosotras pensábamos que era por culpa del moño, demasiado tirante, que restaba belleza a su rostro de rasgos delicados. No fue hasta mucho más adelante, cuando cayó en mis manos una correspondencia cursada entre mi madre, Margarida, y unos parientes de Puerto Rico, los Quintela, comerciantes de quincalla que habían hecho emerger un auténtico emporio al otro lado del mar, que supe algunas cosas que nos habían sido ocultadas sobre esta mujer de apariencia apática.
Mamá había escrito a sus familiares puertorriqueños sobre su hermana, Emilia, y ella misma, describiendo lo que hacían en la época en la que dejaron atrás la casa familiar de la calle Soutelo, para irse a estudiar. Parece que como las hermanas se llevaban apenas un año, habían cursado juntas magisterio, en Pontevedra, durante un par de grados. En este tiempo habían vivido las dos en una pensión para señoritas, situada encima de un almacén de ferretería, detrás del Teatro Principal.”

(Noa Pérez González, El ocaso de la familia Portela, páginas 16, 33-34, 67)

"SON COSAS QUE PASAN": UNA MUJER CAMINO DEL NAUFRAGIO

$
0
0


Son cosas que pasan
Pauline Dreyfus
Traducción de Javier Albiñana
Editorial Anagrama, Barcelona, 2017, 164 páginas.

   Una buena parte de los affaires  extramatrimoniales entre la gente bien se han tratado siempre con discreción, ya que son cosas que pasan. Fueron esas las palabras que pronunció el duque de Sorrente que llevaba años sin mirar ni tocar a su mujer, de soltera princesa Natalie de Lusignan, cuando esta le comunicó su embarazo del que sin ningún género de dudas no era él el responsable. Jerôme, heredero del ducado napoleónico de Sorrente, es un hombre bien educado que no pierde los estribos. Pero eso había acontecido cinco años antes, en 1940, porque la novela echa a andar con el funeral de Natalie de Sorrente. Una misa funeral de una mujer todavía joven a la que asisten los parisinos y parisinas más elegantes, los burgueses y aristócratas, y un huérfano de cuatro años, el fruto de la relación adulterina de su madre. La princesa de Lusignan y duquesa de Sorrente acaba de dejarlo sin madre. La morfina y una embolia pulmonar la han llevado a la tumba. El joven cura que oficia el funeral silencia lo que pudiera sonar como negativo: amenazada de excomunión por haber financiado obras de arte impías, su condición de reina de los bailes en el frenesí de la Guerra… Pero no olvida a la esposa colmada, a la madre ejemplar, a la ardiente cristiana.
   Un flashback nos hace saltar al pasado, a la primera parte de las dos en las que Pauline Dreyfus estructura la novela. Cannes, 1940; Francia está ocupada por la Alemania nazi. Acaba de firmarse el armisticio con el gobierno del mariscal Pétain. Y en la Costa Azul, lugar en el que se ha refugiado la clase pudiente, impera la máxima de gozar de los bocados del momento, pasarlo bien antes de la llegada de los bárbaros. Los escotes femeninos se habían convertido en invitaciones abiertas. Todos quieren vencer al enemigo, que no es el soldado alemán, sino el aburrimiento. La vida mundana se prolonga en unas vacaciones interminables y promiscuas.
   En las mismas se hallan inmersos el duque y la duquesa de Sorrente que también se habían instalado en Cannes. Allí languidece Natalie de Sorrente en un aburrido mano a mano con su marido. Mas aparece Pierre, invitado por el duque, y la duquesa de Sorrente, apremiada por el deseo, fue una fácil presa: “se le entregó la segunda noche” (página 25). El embarazo adulterino se trató con discreción porque, piensa Jerôme, “son cosas que pasan”. Lo mismo opina Elizabeth de Lusignan, viuda alegre, en carta enviada a su hija, porque lo que ha de suceder, sucede. El ciclo infernal del “son cosas que pasan” se repite en toda la novela hasta convertirse en el fiel retrato de la hipocresía de la internacional de la gente bien educada.
   Nacerá el bastardo. Un alumbramiento brutal mediante cesárea que a Natalie le arranca punzadas de dolor que combate con inyecciones de morfina que harán de ella una heroinómana. Por la boca de sus hermanas, Natalie se entera de un secreto sobre sus orígenes que le desconcierta y sacude su vida de una forma traumática. Mas son cosas que pasan y el silencio la protege, pero el abismo que se ha abierto bajo sus pies es insondable. A partir de ese momento se siente solidaria con los judíos vejados y cazados en la zona ocupada, porque el gobierno de Vichy así lo ha decidido.
   La novela remueve sin eufemismos la cuestión judía, especialmente en la segunda parte en la que los Sorrente se ven obligados a trasladarse a París. A la princesa de Lusignan le tortura su origen judío, pero la regla de oro de la mayoría de franceses es no hablar de temas incómodos y cerrar los ojos ante la protección que la Francia de Vichy otorga a los judíos, obligándolos a llevar una estrella sobre el pecho, deteniéndolos y entregándolos a la Gestapo. La trama novelesca llega a su desenlace, un desenlace seguramente presentido por el lector: tras la liberación de París y las purgas de los colaboracionistas, la definitiva noche le llega a Natalie un día gélido de febrero de 1945.
   Pauline Dreyfus refleja con maestría el corazón de esta novela: el destino de una mujer frívola y mundana y al mismo tiempo profundamente atormentada. La historia de su vida se basa en la oposición entre la vida pública y la privada y una amalgama de secretos que la envuelven y que devorarán finalmente su interior. Un personaje perfilado con gran fuerza e igual patetismo, en un camino, a la vez frívolo y dramático, en tiempos sumamente convulsos, hacia el hundimiento del definitivo naufragio.
   Es plausible igualmente la estratagema narrativa, Aunque no exenta de una tonalidad a veces melodramática, Son cosas que pasan permite leer una historia humana  que transita de la frivolidad al dramatismo. Está perfectamente estructurada y dosificada de forma que el lector persigue con interés la página siguiente. Traduce con maestría y verosimilitud los ambientes en los que se mueve la duquesa de Sorrente: los estilos de vida de las clases pudientes, sus devociones mundanas, la fascinación por los grandes escritores y artistas del momento y la diversión recurrente en tiempos de muerte y penuria de olvidarse de todo con el remedio de los cotilleos de las pequeñas o grandes vilezas.
   Refleja con ironía, a veces discreta, a veces salvaje, el comportamiento hipócrita de la gente de la alta sociedad: el ser humano es sobre todo un pedigrí. Y  a pesar de la escasez y del racionamiento, nada impedirá divertirse a la gente bien. Seres como el duque de Sorrente, imbuidos de los prejuicios de su ambiente y de su tiempo, que sigue a rajatabla las reglas del juego de burgueses y aristócratas, son el paradigma del espíritu del tiempo de aquella Francia derrotada: el gran mundo siempre será el gran mundo y los secretos de familia han de seguir siendo secretos.

Francisco Martínez Bouzas

Pauline Dreyfus


Fragmentos

“En la zona no ocupada, nada más firmarse el armisticio de junio de 1940, todas las mujeres estaban disponibles. Donde resultaba más manifiesto era en la Costa Azul. Durante unas semanas, entre Niza y Marsella, entre Menton y Montecarlo, reinó en el aire una urgencia que movía a la gente a pasárselo bien a toda costa antes de la postrera catástrofe: la llegada de los bárbaros. Y la ola de moralismo que siguió a la llegada al poder de Pétain no refrenó ni mucho menos tales ardores. Desde luego se publicaron bandos que prohibían el uso del short, desde luego las librerías exhibían en sus escaparates las obras del piadoso Péguy, pero los casinos permanecían abiertos durante toda la noche y los escotes, a la hora de las primeras estrellas, nunca se habían asemejado tanto a invitaciones abiertas.”

…..

“Natalie, que no deja de temblar, de sudar, agotada por un corazón que se dispara varias veces por hora, no abandona ya su habitación desde mediados de agosto. Pronto hará quince días que no accede al boulevard Beaumarchais, donde vive el proveedor de morfina que le encontró, de nuevo, Boulos. Desde su arresto por los policías de la brigada de costumbres, no se han tenido noticias de Rosita. Desde principios de mes, mientras se acercaban las tropas aliadas y en los edificios donde aún ondeaba la esvástica, cuyos colores palidecían a ojos vistas, se destruían apresuradamente los últimos dosieres, la vida parece haberse retirado de la capital. (…)
Contraído como el cuerpo de Natalie, consumida masa de carne atravesada de estigmas que a veces se convierten en abscesos. Apenas se mueve bajo una sábana húmeda que es preciso cambiar todas las mañanas. Cada uno de sus gestos está como trabado, cada uno de sus movimientos como impedido, incluso la respiración parece que le vaya a fallar. En el instante en que se inyectaba la última ampolla de morfina, fue presa de un terrible ataque de angustia. Por las calles siguen circulando tanques alemanes que ametrallan a los transeúntes. No hay metro. Y los traficantes de droga se ocultan, temerosos de las posibles represalias que se produzcan en caso de cambio de régimen.”

…..


“Ese 10 de febrero, Natalie se ha despertado más exhausta que otros días. Ha tosido toda la noche, dejando manchas de color carmín en los pañuelos. Su cuerpo es una suma de dolores. Conoce el remedio. La jeringuilla y las ampollas están ocultas en un armario con doble fondo de su cuarto de baño, entre dos cofrecillos de joyas.
Las piernas apenas la sostienen. Enfundarse una bata de seda supone tan esfuerzo que luego se ve obligada a sentarse en el borde de la cama. Al cabo de un rato, se levanta se tambalea hasta la pieza contigua y echa maquinalmente una ojeada en el espejo encima del lavabo. Ve en él a una anciana cuyas pupilas sin brillo se han hundido profundamente en unas órbitas surcadas de color violáceo. Parece mayor que su propia madre en el momento de su muerte.
La mano tiembla pero sabe de memoria los gestos que tiene que hacer, abrir el armario, correr un tabique, llenar la jeringuilla y hundirla lo más rápidamente posible en el brazo ya tatuado por decenas de hematomas. Acto seguido aguardar a que la maravillosa amiga se abra camino en sus venas, en su alma, la alivie durante al menos unas horas.”

(Pauline Dreyfus,  Son cosas que pasan, páginas 19, 149-150, 162-163)

¿DE DÓNDE ESTA MANÍA DE SER PÁJARO?: UN POEMARIO DIVIDENDO

$
0
0


¿De dónde esta manía de ser pájaro?
Cristina Requejo
Prólogo de Juan Carlos Mestre
Ediciones Enkuadres, Alzira (Valencia), 2017, 74 páginas.

   Hay prólogos que, por su categoría autorial o por su contenido, son un aval y un anticipo del convite que nos aguarda con la lectura del texto prologado. Uno de ellos es el de este poemario en el que Juan Carlos Mestre nos invita a emprender el vuelo con los poemas de Cristina Requejo, porque cuando el Premio Nacional de Poesía 2009, accede a introducir un poemario, con palabras brillantes o inteligentemente desquiciadas en un torrente de metáforas, la calidad de versos, estrofas y poemas que les siguen está garantizada. Podemos tener entonces la seguridad de que nos esperan “voces en plenitud de vida” (página 8).
   Como ya escribí en otro momento, publicar nunca fue una urgencia para Cristina Requejo. El concurso de un periódico madrileño, un juego más que otra cosa, despertó y azuzó sus inquietudes poéticas, y la voz lírica reventó como si estuviese poseída. Fue así como sintió la necesidad de jalonar sus jornadas con poemas, algunos de ellos recogidos en las páginas de este libro. Un breve retablo vital compuesto por cincuenta poemas y estructurado en dos grandes secciones que han dado lugar a su primer libro en solitario.
   Digo retablo vital porque, de alguna manera, A Cristina Requejo la poesía le ayudó y le sigue ayudando a salvar la vida. Por eso este poemario es un dividendo. Son palabras de la autora. A la vida, incluso cuando nos llega como un desaire y se transforma en problemas serios, le podemos demandar no un alienante consuelo sino la justa recompensa cosechada con nuestros sudores. De ahí nace este libro: poemas escritos para retratar el yo después de una herida. Aunque no todos: muchos de ellos habían sido escritos con anterioridad para ser archivados en una carpeta. Mas otros surgen como un impulso frenético, poseída la autora, no por inexistentes musas, sino por la necesidad de vivir y por la imposibilidad de estar alejada de la escritura. Y así volar.
   Desde el título, el libro presenta una gran carga significativa: el vuelo de los pájaros como metáfora basada en la utopía de la “necesidad expansiva” de hacer y deshacer, de elevar las alas.
   ¿De dónde esta manía de ser pájaro? es un poemario de la experiencia. La voz poética que en sus versos descarga sus pensamientos y sobre todo sus emociones, no inventa nada. “No hay ficción” -palabras de la autora- en los poemas de Cristina Requejo. Son poemas-verdad, sustentados en historias propias o apropiadas de los seres cercanos y que, en buena medida, definen lo más auténtico de lo vivido. De ahí el frecuente empleo de la primera persona. También de la segunda: un tú casi siempre interpelado. Cristina Requejo mira hacia sí misma y hacia el contorno de seres que han acompañado su vivir con alegrías y lágrimas. Retrospecciones de toda una vida gracias al poder de la memoria. La poeta traduce pues la experiencia vital, las cristalizaciones emocionales de su existencia en la revelación del poema. Lírica descriptiva, no de geografías externas, sino de los senderos más íntimos del ser. Poesía, por consiguiente, mimética con relación, sobre todo, a la propia realidad interior.
   Intimismo que se despliega por igual en las dos partes del poemario. Las dos comparten la misma tonalidad. El recuerdo de un octubre concentrado el yo poético en el minúsculo universo de un jersey, aceptando lo que se desvanece, estrenando alas para así renacer. La celebración de la sensorialidad, de la carnalidad que se rebela, que se niega a ser injerto; es árbol que rechaza ser apresado, dispuesto a vivir quizás en las afueras, mas lejos de quimeras, aunque recordando la sensualidad de las madrugadas. Negándose desde el epicentro de sus ganas a celebrar más funerales.
   La experiencia del yo que se despliega y reitera en muchos poemas y de la que no podía faltar la tópica amatoria, no siempre gozosa. El amor en ese enfrentamiento dialéctico entre su presencia o su ruptura. Lo positivo y lo negativo. Cuando es experiencia vivida, cuestión de fe o alejamiento. Así la voz poética recuerda el amor que regresa, celebra el amor saboreado en cada orgasmo o sabiendo que son otros los ombligos en los que se derrama el semen, pero que sigue siempre vivo en la fragilidad de la memoria, aunque solamente sea como cicatriz.
   La tonalidad versal de los poemas de Cristina Requejo es bastante uniforme: un componente melódico intenso en general, mas sin descoyuntarse como un tsunami. Con poemas en los que la voz poética se transforma en suave sinfonía, en recuerdo melancólico.
   Carmínica es sin duda la actitud que prevalece en la mayoría de los poemas. La actitud más plenamente lírica en la que la expresión de los sentimientos predomina de forma casi absoluta, modulada a veces con un talante apelativo o apostrófico: la poeta reta, interroga o dirige la palabra al objeto lírico, a un tú del que no se esperan respuestas.
   Transitan los versos de Cristina Requejo por un territorio lingüístico generalmente sencillo. A veces, sin embargo brillante, preñado de originales metáforas, si bien alejadas siempre de la retórica y de la grandilocuencia. Un poemario que persigue ante todo la claridad expresiva y la comunicación, primero con el propio yo y después con los potenciales lectores. Pero, en la luminosidad de su desnudez, los poemas de ¿De dónde esta manía de ser pájaro?tienen mucho de ceremonial de conjuro, un conjuro especialmente contra el tiempo.
   Son estas algunas de las claves para internarse en este primer libro en solitario de una poeta que lo escribió y vivió como el gran rédito que le otorgó la vida, conjurándose contra las inconsistencias de las obras primerizas.

Francisco Martínez Bouzas

                                           
                                               
Cristina Requejo


Selección de poemas

MONÓLOGO DE LA PIEL

“Como el agua que fecunda la tierra,
tus palabras penetran en mis poros,
haciendo, como la luz,
visible lo invisible.
Sucede así,
como una caricia que,
sin requisitos
atraviesa mis fronteras.”
(Página 21)

…..

COMO UN FANTASMA, HUBO

“Hay tantas cosas que son parte de ti
y surgen cuando vuelves,
la risa de la lluvia y lo aprendido
en la insurrección del tacto,
la alegría de arrancarnos las plumas
una a una, y no volar atrás,
allá donde el pasado pierde forma y memoria.
Me giro, cierro los ojos,
me tapo los oídos y destierro mi alma
(todo es mentira, me digo)
Pero hubo un tiempo
en que el amor
eyaculaba cada día en nuestras bocas,
y no necesitábamos volar.
Lo recuerdo, hubo un tiempo,
y a veces renace en la memoria de mis huesos”
(Página 24)

…..

SACRIFICIO

“Sometí mi cuerpo
al temblor de la carne,
cuando la noche
nada podía ofrecerme.
El misterio eras tú
con tus glaciares
excavando en mi sangre.
¿Comprendes ahora
por qué a veces
añoro los grilletes.”
(Página31)

…..

Y ASÍ SABERTE

“Saberte como palabra,
como tacto, como destino
al que mi cuerpo emigra
en este invierno demacrado.
Saberte cerca,
en cada orgasmo,
en el error y en la certeza,
o en la inocencia de quien ama
y no se reconoce en el pecado
(¿recuerdas aquellos pájaros azules?)
Saberte amándome
a través de otros cuerpos,
en el calor fingido de otras manos,
en la distancia que no impide el fervor,
ni el verso o la lujuria
(saberte a tientas,
ahí,
sabiéndome)”
(Página 35)

…..

VACÍO

“Saberte en otro ombligo
derramando su semen
mientras otras te nombran,
abiertas e inconclusas.
Co un leguaje sin materia,
semejante a mí misma,
pactar un infinito en cada vértice
de todo lo incumplido.
Ignorar esa humedad del hambre
y el vaho que produce en mis espejos,
como si la renuncia me mantuviera a salvo
de ti y de la hipotermia
               (y esconder el vacío que siempre me delata,
                como si nada hubiera sido)”
(Página 39)

…..

AQUEL AMOR GUARDADO

“Yo te amaba en secreto,
sin caricias ni más piel
que la que dibujaba con mis dedos,
desde el umbral de un presente perplejo.
Irremediablemente, te amaba
e inventaba emboscadas
que espolearon mi quietud,
indemne en la seguridad de la distancia.
Te busqué a la deriva,
siempre oculta,
prendida mi piel de un vértigo
que se concentraba en la trayectoria
de seis palomas y su vuelo.”
(Página 53)

"PASOS EN LA PIEDRA": UN FRESCO COSTUMBRISTA DE LA ESPAÑA PROFUNDA

$
0
0


Pasos en la piedra
José Manuel de la Huerga
Menoscuarto Ediciones, Palencia, 2016, 366 páginas.

   El pasado mes de marzo, y tras haber sido finalista en cuatro ocasiones, José Manuel de la Huerga, con la novela Pasos en la piedra, obtuvo el Premio de la Crítica de Castilla y León 2016. La relevancia, la calidad y la proyección de la novela fueron algunas de las virtudes literarias que tuvo en cuenta el jurado al galardonar posiblemente la mejor novela del escritor nacido en Andanzas del Valle y residente en Valladolid. La novela echa a andar con un plano -un documental sin cámara- de la vieja ciudad medieval, Barrio de Piedra que José Manuel de la Huerga ha construido para dar vida a un grupo de personajes, y que puede ser percibida como una amalgama de varias ciudades de Castilla y León (Valladolid, Zamora, Toro, Medina de Rioseco…). Un espacio imaginario del poniente mesetario, anclado junto al río Duero, en el que el escritor había ambientado buena parte de los acontecimientos y conflictos de las dos novelas breves recogidas en su obraSolitarioS. Una ciudad que, como escribe el autor en “Reconocimientos y referencias” cambia de fisonomía durante unos días.
   En esos días (miércoles a domingo de de la Semana Santa de 1977), se desarrolla la trama novelesca, y aunque esta está centrada en las vivencias de los dos personajes principales, Germán Ojeda y su amigo alemán Peter Gesteine, por sus páginas deambulan muchos otros actantes que convierten a Pasos en la piedraen una certera novela coral. El núcleo temático de la misma, su columna vertebral son esos cinco días de Semana Santa que terminaron con la legalización del Partido Comunista de España el 9 de abril de 1977, el “Sábado Santo Rojo”.
   Pero antes, la trama ficcional nos permite transitar por el Miércoles Santo; por el Jueves Santo (con la Cena, Prendimiento, Flagelación y Coronación); por el Viernes Santo (Camino, Elevación, Descendimiento, La General); por el Sábado Santo (Desierto, Vigilia) y finalmente por el Encuentro del Domingo de Resurrección. Cada uno de esos días y sus “estaciones” de pasión o de resurrección, están preñados de larvados conflictos entre las posturas inmovilistas de la extrema derecha y tradiciones locales y aquellos partidarios de una mayor libertad o una renovación aperturista en el seno de una Iglesia católica que demuestra todo su poder precisamente en la Semana Santa y en la Cuaresma, con sus manifestaciones religiosas, con la salida de los pasos y la prohibición de hacer uso de la carne en su más amplio sentido.
   A esta ciudad de piedra y madera santas llegan German Ojeda y su amigo alemán, Peter Gesteine en la noche anterior al Miércoles Santo. German es hijo del gobernador civil de Barrio de Piedra, estudia derecho en Madrid y milita en el ilegal Partido Comunista. Son días trágicos: acaba de aperecer el cadáver de su amiga Yolanda, torturada, violada y asesinada por un comando de ultraderacha, los Guerrilleros de Cristo Rey. Debido a la inseguridad latente en Madrid, le aconsejan desparecer por un tiempo y refugiarse en la ciudad mesetaria. Peter, estudiante de antropología, alberga el deseo de disfrutar de la Semana Santa castellana, profundizando en su vertiente social y antropológica.
   Comienzan a vivir la Semana Santa con el fervor y la novedad de las procesiones y pasos. Y junto a ellos, el autor nos presenta un verdadero desfile de personajes, muchos de ellos atados al pasado, otros ansiosos de mayor libertad en aquel ambiente costumbrista y asfixiante que todavía se rige bajo los impulsos de la extrema derecha franquista. Entre esa nómina de personajes, sobresalen por su incidencia en el transcurso de la trama, el fraile Luis Alas, un sacerdote peculiar partidario del aggiornamento del Vaticano II, cuyo lema es acoger, escuchar y compartir. Dirige un grupo de postulantes a frailes de su orden, entre los que se halla Juan, enamorado de la musulmana Ashma. Alas pone en práctica con su grupo una liturgia renovada que no acaba de convencer ni a su superior ni al obispo de la diócesis. Celebran de una forma distinta los ritos de la Semana Santa, especialmente la Cena del Jueves Santo, una cena de los que se aman, mezcla de cena cristiana y cena humana.
   Ajenos a ritos y procesiones hallamos a otros actantes que, sobre todo, permiten que el lector sea testigo de la fuerza de la naturaleza en los bosques de ribera. Uno de ellos es Antonio Lozano, el Pajarero, un monumento vivo en Barrio de Piedra. Un hombre de gustos solitarios, estudioso de los pájaros. La única fe del Pajarero es la aviar. Otro es Claude Bernard, un poeta de origen francés, afincado en la ciudad castellana que, tras un viaje por el Extremo Oriente, cambia su nombre por el de Claudio Pino y decide vivir como eremita en un chozo de piedra.
   La novela, muy detallista y erguida con una sólida arquitectura compositiva, permite que el lector viva los ritos de la Semana Santa desde dentro del sentir, la emoción y la pasión de los cofrades; a la vez que nos muestra la tensión entre los elementos reaccionarios, las cuadrillas de la extrema derecha especialmente, y los que anhelan romper las rutinas de una ciudad anclada en el pasado y vivir alejados de la de las pautas de la dictadura franquista. Ese conflicto es el que hace que la obra de José Manuel de la Huerga sea algo más que la crónica de las semanas santas de una ciudad del poniente castellano, y se convierta en una sugerente novela.
   En la inmersión en los acontecimientos de esos cinco días, el buen hacer narrativo del autor nos permite vislumbrar el mapa de la España profunda, el fresco costumbrista de aquellos años. Pasos en la piedra es una fabulación que seguramente irradia muchas vivencias infantiles del escritor. Una pieza ficcional basada en la realidad muy ambiciosa, ajena a grietas constructivas que solamente aparecen en la impactante portada.
   Tradición, poder de la Iglesia, ansias de renovación, contacto con la naturaleza, arte escultórico, fenómenos atmosféricos propios de esos días de abril, conflictos manifiestos o soterrados…, todo ello transmitido por una narrador ubicuo y omnipresente que goza de un punto de vista sin limitaciones sobre la historia. Y tejido con una prosa de alta calidad, con secuencias rebosantes de un deleitoso lenguaje poético y descripciones que cautivan por su minuciosidad.

Francisco Martínez Bouzas

José Manuel de la Huerga


Fragmentos

“Los pájaros, los árboles y el agua, y el resto de la fauna que contribuía a dibujar aquel paraíso lo habían apresado de por vida el verano de sus doce años. Ahora, apunto de los sesenta y cinco, aquel atardecer de Miércoles regresaba (el Pajarero) de su puesto de vigilancia con la misma dedicación de su niñez, idéntica ilusión por registrar un dato nuevo para su censo de garzas, en las garceras de la orilla de enfrente, en la ribera de Trascastillo, donde el río se remansaba en su curva de noventa grados. La obra del embalse de San José que se había acometido tras la guerra río abajo formó pronto sedimentos, para alegría del Pajarero. Allí crecieron unos generosos carrizos que los habitantes del barrio de San Claudio enseguida bautizaron como la curva de Carrizales. En apenas una década, garzas y patos, somormujos, cormoranes, aguiluchos, chorlitejos, andarríos, zarceros y carriceros convirtieron aquella mancha de juncos y enea en uno de los mejores hostales de paso para migrantes que bajaban de Escandinavia o subían de África.”

…..

“El imaginero no había creído a Alas hasta aquella noche, cuando los actores de esta historia de pasión se habían puesto delante. Se había rendido a la evidencia: en Barrio no puede resucitar Cristo. Aquí solo se podían esculpir cristos para ser prendidos, flagelados y crucificados. La biografía dolorosa de las gentes sencillas acreditaba la idea. Y por si esto no bastara, estaba su propio cuerpo, retorcido y deforme, con unas piernas que parecían raíces secas de encina. La Resurrección, si era, tendría que ser bella y joven, recién salida del jardín del Paraíso, sin pecado, salvaje, sin la carga de sufrimiento con que cualquiera, y no dijéramos él, había sido marcado a fuego desde el nacimiento.”

…..

“Aquel Viernes, pino abrió los ojos cuando sintió la lux fría que se colaba por los resquicios de las piedras. Le llevó un rato despertar unos pies ateridos que masajeó largamente y luego calzó. Salió reptando y se incorporó para apreciar aquel regalo caído del cielo. El claro de los chiviteros le había trasladado a miles de kilómetros, se había convertido en poblado esquimal. El jaiku que brotó de sus labios de improviso no lo iba a olvidar. La memoria de su piel y de sus ojos atesoró aquella hoja de papel intacto, inaugural del mundo.

entre las piedras
    argamasa del cielo,
el sol te abrasa.”

(José Manuel de la Huerga, Pasos en la piedra, páginas 51, 168, 195)

ANIQUILAD A UI, EL PINTOR DE BROCHA GORDA

$
0
0


La evitable ascensión de Arturo Ui
Bertold Brecht
Alianza Editorial, Madrid, 2009, 216 páginas
(Libros de fondo)
  
   En un momento de la historia del género humano en el que estamos presenciado el creciente surgimiento de nacionalismos excluyentes de matiz neoliberal y claros partidos fascistas que pueden hacerse con el poder en la vieja Europa, no parece descabellado ni irreverente volver a leer a Bertold Brecht, especialmente alguna de sus parábolas teatrales como La evitable ascensión de Arturo Ui. Y actuar, en vez de tanto hablar, porque como Brecht dejo escrito en el Epílogo de esta pieza teatral: ese monstruo puede llegar y dirigir el mundo porque el seno de donde emergió sigue siendo muy fecundo.
   Bertold Brecht  (Augsburg, 1898 – Berlín oriental, 1956) es una figura mítica de la dramaturgia moderna. Hoy olvidado, olvidado intencionadamente en la últimas décadas y de forma feroz a partir de los “desastres oscuros”, del surgimiento del pensamiento plano de la posmodernidad. Bertold Brecht es autor de uno de los grandes relatos del pasado siglo, de tremendas parábolas teatrales que no alegorizan asuntos efímeros y caducos, sino la siempre  posible continuación de los negocios del gran capital, quizás con otros medios.
   Bertold Brecht fue un traidor a su clase. Un adolescente al que no le agradaba la gente de su clase, ni mandar ni recibir servicios ni servidumbres y que, al crecer, se juntó con gente modesta y se hizo comunista. También, al hacerse adulto, eligió escribir un teatro que amalgama con gran habilidad didactismo, jergas del cabaret literario berlinés, estilo periodístico y textos e imitaciones de los grandes textos culturales y religiosos. Esas síntesis transforman la obra de Bertold Brecht en un teatro muy poco teatral, en el que se deja percibir una misma estética que el escritor aplica a toda su obra: la del efecto de extrañamiento o distanciamiento. El dramaturgo quiere que el espectador tome parte en los acontecimientos y hechos representados para hallar mediante la reflexión -no por medio de la emoción- una posible solución al problema presentado. El punto de partida de Brecht es por consiguiente “antilírico” y “antitrágico”, y rechaza cualquier clase de identificación emocional según la técnica de Stanislavski. Marx sería sin duda la personificación del espectador ideal de sus obras.
   La parábola sobre el ascenso de Arturo Ui, pieza escrita en Filandia en 1941, en el periodo  en el que el autor compuso sus mejores obras, realiza la mayor parte de las características que definen este teatro. Un teatro más épico que dramático, en el que no se pretende que se suponga que las cosas están aconteciendo allí mismo, en el escenario, sino que se narran y explican ciertas suposiciones ejemplificadoras de determinados problemas. Parábola teatral, tal como fue definida por el mismo Brecht esta modalidad de teatro.
   En el presente caso, La evitable ascensión de Arturo Ui transfiere el ascenso del nazismo de la Alemania de los años treinta a una parábola de lucha de gánsteres en Chicago. A través del simulacro escénico, cobran vida y circulan los grandes acontecimientos germanos  y los personajes que están en la génesis y asentamiento del nazismo. De poco sirve que, en la representación, el negocio sea el de la coliflor y que los personajes se apoden Giri, Roma, Givola, Deullefeet o Arturo Ui. El espectador-lector no se equivocará e identificará  en Arturo Ui a aquel Pintor de Brocha Gorda, tal como Brecht le llamaba a Hiltler. Y en trustde la coliflor percibirá a los junkersprusianos e industriales alemanes. Y en los gánsteres de Chicago, el partido  y el ejército privado de Hitler.
  
                                         
Bertold Brecht

 La parábola, La evitable ascensión de Arturo Ui cumple con el propósito que el autor pretendió, si el espectador es capaz de destruir el habitual y peligroso respeto por los grandes asesinos, y los gritos de Betty Dulfeet -el personaje que representa a la mujer de Dollfuss: “Os tenéis que rebelar. Es preciso aniquilar esta peste negra”- son considerados como peldaños de una lucha jamás finalizada, porque el seno de donde emergió el monstruo está siempre fecundo.
   Bertold Brecht escribió esta obra en 1941 y en aquel momento el diagnóstico de su Epílogo (“ahora los pueblos pudieron domar al monstruo”) no encaja con la realidad histórica. El poderío de Ui, el gánster de todos los gánsteres, se hallaba en aquellas fechas en su máxima grandeza.  Así pues, la aniquilación de Ui es un deseo avalado en una ilusión. El único error de esta parábola sobre el nazismo.

Francisco Martínez Bouzas 


 

HUIDA HACIA NINGUNA PARTE

$
0
0


Huida en la noche
Emmanuel Bobe
Traducción de Mercedes Noriega Bosch
Editorial Pasos Perdidos, Madrid, 2017, 189 páginas.

   Aunque tardíamente reconocido, Emmanuel Bove (de nacimiento Emmanuel Bobonikoff, París 1898-1945) está considerado en la actualidad como uno de los grandes narradores franceses de la primera mitad del siglo XX. Autor de numerosas y notables novelas, también de títulos populares que firmaba con pseudónimos, y ajenas, según sus mismas palabras, al oficio de escritor, fue descubierto  por Colette lo que le permitió publicar Mes amis (1924) que cosechó un enorme éxito. No obstante, caerá en el olvido fundamentalmente por ser un escritor ajeno a cualquier causa que no fuese la literatura. Durante la Guerra y la ocupación alemana, tras verse rechazado sus deseos de unirse a la resistencia en Inglaterra, se traslada a Argelia, donde compuso sus últimos textos: La Piege, Départ dans la nuit  y Non-lieu. La traducción de sus obras al alemán por Peter Handke le redescubrirá de nuevo y recibirá años más tarde el aplauso de Sacha Guitry, Rainer María Rilke, Samuel Beckett o Roland Barthes.
   Huida en la noche es su penúltima novela y, como tantas otras de su autoría, nos hace partícipes del tiempo convulso de la Segunda Guerra Mundial, una época de persecuciones, campos de exterminio y pesadillas del nazismo que él, al menos aparentemente, logró esquivar. Así como del convencimiento de la necesidad de sobrevivir a cualquier costa.
   La voz narrativa que lo hace en primera persona, es la de un soldado francés prisionero y deportado a un campo de trabajo alemán. Son días muy duros, agravados por sus problemas físicos, nunca atendidos por el médico del campo y por la aparente afabilidad que, de forma siniestra, muestran a veces los guardianes del campo, así como por los diferentes y contrapuestos intereses de los mismos prisioneros. La seguridad de una muerte que sienten cercana anima a un grupo de ellos a planear una fuga: evadirse del campo y recorrer a pie cuatrocientos kilómetros a través de Alemania, procurando no ser capturados.
   El protagonista prefiere huir solo, mas las dificultades de la evasión le hacen comprender por primera vez lo que significa realmente estar preso. Desde un destacamento de trabajo, elabora un plan para una huida en solitario, más quiere ser solidario a pesar de la mezquindad de sus compañeros que se ríen de su plan, aunque finalmente se fugan. Pero el protagonista es incapaz de olvidar su drama personal: haber tenido que matar a dos guardianes. Caminan de noche y se ocultan de día. La huida es un continuo aflorar de egoísmos, de miedos, del hambre que no cesa de torturar. A pesar de que llega a Bruselas, será una huida a ninguna parte porque sigue el peligro de ser capturado y devuelto al control de los alemanes donde le espera un pelotón de fusilamiento.
   La novela recorre paso a paso la aventura externa de la fuga, pero, sobre todo y con mayor intensidad, las terribles vivencias internas de la que es víctima el protagonista que le convierten en un hipocondriaco, un paranoico que sufre manías persecutorias. Es víctima de su propia imaginación que crea temores absurdos.
   Emmanuel Bove da muestras de una gran maestría a la hora de expresar estos sentimientos del hombre acosado por el miedo porque él mismo los experimentó en carne propia: fue señalado, perseguido y destinado a un campo nazi de concentración y exterminio. Y sus propias pesadillas se hallan transcritas en las páginas de la novela. La misma ambientación del relato (cuevas, canteras, graneros, vagones de carga…) en los que se ocultan los prisioneros y finalmente el protagonista cuando abandona el grupo, da fe de este miedo cerval que atenaza al fugitivo y que Emmanuel Bove transmite en adecuados retratos psicológicos de sus actantes.
   Una novela de estructura lineal, con un relato centrado especialmente en los personajes, aunque quizás demasiado parsimonioso en la exposición de los planes de fuga y en los repetidos intentos del protagonista para convencer a sus compañeros. Un estilo claro y diáfano, alejado de preciosismos y ornamentaciones formales, nos introduce en esta aventura humana laminada por  las angustias y las pesadillas.

Francisco Martínez Bouzas


Emmanuel Bove

Fragmentos

“Aunque hasta el último momento había creído que no me uniría a ellos, de repente, al llegar la medianoche, me levanté. Una vez superado el período de espera, cuando el peligro es inminente, encararlo nos produce un inmenso alivio. En unos instantes sería libre. Ya no podía pensar en otra cosa. La libertad por una parte o la miseria física y moral por otra. En esas circunstancias, ¿cómo dudar del éxito?
Acudía al punto de encuentro detrás de las letrinas. La oscuridad era absoluta. Avanzamos con las manos hacia delante, fingiendo que nos tocábamos por la falta de visibilidad, aunque en realidad lo hacíamos pata infundirnos valor. Cuando llegamos al último barrancón nos detuvimos delante de las alambradas, repentinamente intimidados por la magnitud de la empresa. Por muy avanzada que estuviera la ejecución de nuestro plan, todavía podíamos dar marcha atrás.”

…..

“Antes de partir quise hacer un inventario de los víveres que habíamos traído, porque había reparado en que algunos comían mucho más que otros. Vaciamos nuestros macutos. Cogí una hoja de papel y un lápiz y volví a hacer la lista de lo que cada uno de nosotros habíamos llevado. Según los cálculos que había hecho antes de salir, debíamos tener comida suficiente para catorce días. Pues bien, mi estupor fue mayúsculo al comprobar que no habían pasado ni siquiera veinticuatro horas desde que nos evadimos y ya solo quedaban víveres para un par de días como máximo. Era incomprensible.
Intenté averiguar lo que había ocurrido, pero nadie me lo supo aclarar. Y lo más extraño de todo era que, mientras yo me devanaba los sesos intentando hallar una explicación, mis compañeros, como si ya se creyeran en Francia, no concedían ninguna importancia a un hecho que ponía patas arriba un plan en el que las raciones se habían calculado al milímetro. Como ya en la primera etapa llevábamos un retraso de nueve kilómetros -debo reconocer  que por culpa mía-, aquello prometía.”

…..

“Lo que nos tenía más desesperados era la falta de comida. Algunos hasta se plantearon desenterrar unas hortalizas. A pesar del hambre, me negaba a aceptar esa idea. Me sorprendía enormemente la rapidez con que se resignaban a adoptar las soluciones más extremas. Se lo dije a Roger, que resultó ser de mi opinión. Ambos pensábamos que, por muy difícil que fuese nuestra situación, aún no necesitábamos recurrir a medidas tan radicales. Aún podíamos esperar un poco. Esa manera de dramatizar no auguraba nada bueno. Revelaba nerviosismo.”

(Emanuel Bove, Huida en la noche, páginas 24, 95-96, 112)
Viewing all 833 articles
Browse latest View live